Al ras del congelado suelo o en casas de campaña están hacinados familiares de pacientes del Hospital Central "Dr. Ignacio Morones Prieto". Ante la falta de caridad humana e institucional, se quedan donde pueden.
Hombres, mujeres, ancianos y hasta niños, llegan a pernoctar y a pasar sus días a las afueras de este nosocomio regional, lo que quieren es estar pendiente de las necesidades de sus enfermos.
No les queda de otra más que hacer una especie de "hogar dulce hogar", con cobijas viejas, rotas sucias y mal olientes, todo le sirve para hacer su colchón y una almohada. Buscando tener aunque sea, cierta incomodidad.
Los que mejor condición económica tienen, instalan una casa de campaña, la ponen encima de la banqueta aunque signifique bloquear el tránsito peatonal.
Hay quienes, hasta llevan sillas y algún electrodoméstico para prepararse sus sagrados alimentos y no pasar hambre. Hay quiénes reciben hasta visitas, eso sí tienen a la mano, escoba y recogedor para tener ordenado cuando les caiga algún acompañante.
Los que no se organizaron ni pensaron en quedarse a guareser la noche, permanecen sentados en las improvisadas sillas de concreto aledañas al Hospital Central, solo un suéter o chamarra que se alzan hasta el cuello los protege de las inclemencias del frío de esta temporada de invierno 2021.
Algunos utilizan cajas de cartón que le sirven de colchón y cobertor, ahí se duermen y se tapan de las inclemencias del frío.
Varios de los que están en espera de recibir buenas noticias y llevarse a sus enfermos a casa, también se alimentan ahí, llevan sus propios electrodomésticos para prepararse sencillos alimentos o compran los socorridos tamales, tacos o tortas que venden comerciantes informales de la zona. El ardiente café que quema lenguas y el champurrado que empalaga el paladar. Los que mejor suerte corren, son aquellos que reciben de algún familiar cercano, algún lonche como las guerreras tortas de jamón, huevo con frijolitos y por supuesto un chile de a mordidas o un albañilero chile en vinagre.
Hay quienes provienen del interior del estado o de las delegaciones de Pozos, Bocas y La Pila, y que quieren estar al pendiente de cualquier necesidad de sus hijos, padres, hermanos o esposos, también por las largas distancias que significan de traslado sus lugares de origen. Prefieren estar cerca en caso de una urgencia, ya sea acompañar a sus enfermos, correr a comprar algún medicamento que haga falta, pues prevalece la desconfianza hacia la institución que no tiene ni equipo ni abasto suficiente, pues tan solo hay que recordar que este año se investigaron cinco lotes de medicamento apócrifo e insuficiencia de equipo técnico.
Aunque hay estancias que presuntamente ayudan a personas que se encuentran en el exterior de este nosocomio, la realidad es otra, tienen que tomar las calles e improvisar un pequeño sitio donde velar la noche. Aún ello represente peligro, inseguridad, contagiarse de enfermedades respiratorias como el Covid-19, o cualquier otro problema que pudiera presentarse.