- La FENAPO es de las mejores ferias del país por la cantidad de gente que la visita
- Piden señalética para que la gente sepa donde se ubican; les subieron los precios de la renta este año, pero saldrán adelante
¡Mire señora-señor, por 50 pesitos le voy a dar este juego de platos, pa’ los tacos, pa’ las enchiladas, a ver ¿quien los quiere?, ¿Cuántos quiere?, ¿no los quiere?, bueno, llévatelos chaparrito, no mejor no, vamos a rematarlos: 50 no?, ¡deme 30!, se los remato, levante la mano, 30 a la 1, 30 a las 2, a ver allá chaparrito, también allá, la señora te está hablando, dele una cachetada, jefa, por lento…ponles otro plato más….
Así empieza vendiendo “El Pelón” en la zona de los famosos “Gritones” en la Feria Nacional Potosina (FENAPO) mientras una feroz tromba amenaza con llevarse los techos de lámina, lona y mallasombra que cubren la extensa zona que les fue asignada a un costo elevado, aprovechando que cientos de visitantes buscan refugio para no mojarse. Los gritones son, esta tarde, como los osos que esperen, rio arriba, a los salmones.
Es la tempestad antes de la tormenta. A eso de las cinco de la tarde, la mayoría de los “gritones” de los aproximadamente 20 puestos instalados este año, descansan, se relajan y comen, ya sea una orden de tacos, unas papas preparadas, una torta o alguna botanita que ellos mismos se preparan. Platican y bromean con sus compañeros, que son los encargados de llevar la mercancía al comprador y que algún dia será los que estén en el micrófono, vendiendo. Una hora después todo inicia.
Arturo Catarino, está joven y como la mayoría, proviene del Estado de México. Tiene 6 años dedicándose a “gritar”, fue aprendiendo poco a poco a vender, de tanto andar en las ferias del país, grandes, medianas y pequeños, de pueblo, como en las que trabajó los últimos dos años porque debido a la pandemia las grandes fiestas se suspendieron. Cuando algo te gusta, hay que ponerle empeño, dice convencido.
Hasta ahorita, a este tipo de negocios no les ha ido mal, pero tampoco bien; se explica: la gente viene pero nada más a ver, a conocer qué vendemos, qué novedades traemos, los precios que andamos manejando y alguno que otro cliente se anima, pero estamos seguros que se va a poner mejor, lo presentimos, lo leemos.
“Creemos que está jodida la venta por la difícil economía que vivimos, la entrada a las escuelas, por ejemplo, por eso hay que saber vender, primero lo más barato, lo que puede estar al alcance de las personas y ahí vamos subiendo, pero faltan muchos días y todavía los remates de tres días que son tradicionales”.
Jorge Valdés Ramírez, El Jorgillo, lo aprendió todo de su papá, que ahorita está descansando tras muchos años de trabajo por todo el país. “El es muy reconocido, hemos recorrido México casi completo en las ferias, trabajando, aunque subastando, vendiendo, de “gritón” apenas tengo unos cuatro o cinco años; al principio fue difícil superar el pánico escénico, no es fácil subir aquí a hablar ante tantas personas y convencerlas de que compren”.
“Hemos visto una buena respuesta de las personas pese a la pandemia, están empezando a venir, a ubicarnos, a comprarnos los artículos para el hogar que vendemos y creemos que conforme avancen los días se mejorará la situación”, dice, entre ollas, vasos, platos, botes, pocillos, charolas y demás artículos que espera vender esa tarde.
Los “Gritones” no pueden faltar en un evento de la magnitud de la FENAPO. Algunos que accedieron a platicar con EL SOL DE SAN LUIS a cambio de que no diéramos a conocer su identidad ni los grabáramos, señalaron que este año les subieron considerablemente la renta de los espacios y el Patronato les aplicó la de “si quieren”. Por eso hubo algunos que no se instalaron y otros, la mayoría, que sí pagaron, tendrá que subir los precios de sus productos.
Sin embargo, coinciden en que la FENAPO es una de las mejores ferias del país en cuanto a asistencia, pues “todos los días vienen muchas personas a visitar sus instalaciones y de pasada, llegan con nosotros”. Pidieron que haya señalética visible para que la gente sepa donde se ubica el “Area de los Gritones”, ya que están en una orilla y es difícil llegar a esa zona.
Para las seis de la tarde aproximadamente, los gritones ya se colocaron su micrófono pegado al cachete, prendieron las enormes bocinas, sus chalanes están listos y empieza el griterío, la venta, el remate, el sabor de cualquier feria.