Durante dos años, Andrea ha sufrido "una tortura" al pelear por su hijo, quien literalmente le fue arrebatado de los brazos por parte de la Procuraduría de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes (PPNNA).
Andrea se casó en Estados Unidos con Alejandra, en diciembre de 2018 dio a luz a un hijo concebido por inseminación artificial, en junio de 2019 vinieron de vacaciones a San Luis Potosí, de donde es originaria Alejandra, y entonces comenzó a sufrir violencia tanto física como psicológica, terminó con los dedos rotos, los brazos enyesados, "casi quedé ciega en agosto de 2019".
Esa violencia física derivó en que en septiembre de 2019 la policía la escoltó a la PPNNA con el niño en brazos; sin más apoyo que el de otras madres de familia que había conocido en las clases de natación a las que llevaba a su bebé, Andrea fue acompañada por una abogada del refugio Otra Oportunidad, pero en la PPNNA quisieron hacerle firmar un documento en el que prácticamente entregaba a su hijo.
Explica que ella se encontraba en el segundo piso de la institución, y quiso ir a la planta baja para consultar con la abogada qué era ese documento, entonces su ex pareja "se puso como loca a gritar ¡se lo lleva, se lo lleva!", y personal de la PPNNA, principalmente mujeres, la acorralaron y le quitaron al bebé, quien fue llevado a una casa cuna.
Andrea se fue al refugio y cuando quiso visitar a su hijo en la casa cuna, se encontró con que ya había sido entregado en custodia a los padres de Alejandra, quienes iniciaron un juicio de guarda y custodia; Andrea tiene una orden de restricción, por lo que sólo puede ver a su bebé en visitas supervisadas en el Centro de Convivencia Familiar de la Ciudad Judicial la primera semana de cada mes, su ex pareja tiene la misma restricción, pero ella vive con sus padres, quienes tienen la custodia temporal del menor.
Sin poder contener el llanto, narró que tiene prohibido tomarle fotografías a su hijo, no ha podido estar con él en sus primeros cumpleaños ni le permiten darle regalos o comprarle pañales y leche, el bebé ni siquiera sabe que ella es su madre, "le dicen a mi niño que yo no soy nadie, que sólo viene a jugar con esta señora".
En enero de este año causó estado el divorcio de Andrea y Alejandra en Estados Unidos, el condado de Harris le otorgó a Andrea la custodia del bebé, y aún así, el juzgado Cuarto de San Luis Potosí no le ha entregado a su hijo.
David Mejía González, abogado de Andrea, indicó que al recibir un caso en donde la madre y el menor eran de nacionalidad estadounidense, la PPNNA debió darle vista al consulado y a la embajada de Estados Unidos para que se pronunciaran respecto a la situación jurídica del menor y de ella; por su parte, el juez debió declararse incompetente e igualmente, notificar al consulado y la embajada, pero ninguno de los dos lo hizo.
El juicio inició en 2019, y durante este tiempo ha habido tres jueces en el juzgado Cuarto Familiar; denunció que anexaron pruebas del juicio que se llevaba en Estados Unidos solicitando notificar a la embajada y al consulado, "y no se ha hecho hasta la fecha", apenas hace una semana les dieron fecha para el desahogo de pruebas.
Manifestó que en este caso, ha habido violaciones a la Constitución y a tratados internacionales, tanto por el juzgado como por la PPNNA, pues deben velar por el interés superior del menor y garantizar que sus derechos sean respetados; mencionó que incluso la Convención Internacional de La Haya establece que cuando existe una controversia que involucre a un menor en un país extranjero, de manera inmediata se debe ordenar la restitución a su país de origen, por lo que el bebé debió ser llevado a Estados Unidos y no dejarlo en custodia a los abuelos en San Luis.
Alejandra Rivera Velázquez, también abogada de Andrea, destacó que al menor se le han violentado sus derechos, "el derecho a conocer su identidad, sus vínculos familiares, de convivir con su mamá y tener un ambiente sano", mientras que Andrea ha sido víctima de violencia institucional.
Cada mes, Andrea viaja de Estados Unidos a San Luis para convivir ocho horas con su hijo, en las últimas ocasiones la ha acompañado su madre, quien vive en Honduras, ya que desea conocer a su nieto, pero no se lo han permitido, por lo que para ambas "ha sido una tortura, estamos destruidas".