Desde niña Leonor Noyola luchó contra un problema de salud que quería postrarla en una silla de ruedas, contra la condena costumbrista de la época de que las niñas no fueran a la escuela y se dedicaran al hogar y contra la marginación de las familias numerosas que apenas les alcanzaba para comer. Hoy, Leonor es una profesionista que busca llegar al Senado por la alianza Al Frente por México.
Vive en Soledad de Graciano Sánchez, en la misma casa donde nació. Es de las menores de 10 hermanos y durante su infancia enfrentó diversas dificultades: además de vivir en condiciones de marginación, su padre no quería que fuera a la escuela y la poliomielitis hizo mella en una de sus piernas.
“Mi casa era de adobe y cuando llovía se metía toda el agua, mis papás dormían en un cuarto y en el otro todos mis hermanos en una sola cama, por eso creían que amanecía lastimada de mi pierna porque dormíamos amontonados”, relata la candidata perredista bajo la sombra de un mezquite, momentos antes de presentarse ante los habitantes de La Esperanza, en Villa de Zaragoza.
Lo que realmente le sucedía a Leonor eran los efectos de la poliomielitis, que por desconocimiento de su familia no fue vacunada a tiempo. Sin embargo, Leonor no perdió el optimismo y enfrentó desde niña las barreras culturales impuestas a su género: con el apoyo de su madre ingresó a la primaria Margarita Maza de Juárez, donde fue una alumna ejemplar.
Con curiosidad de gato se acercaba a ver a sus hermanos mayores hacer su tarea y aprendió a leer y a sumar antes de entrar a la primaria. Su madre la apoyaba aún con el temor de que su padre le reclamara porque él era de la idea de que las mujeres tenían que estar en casa, haciendo tortillas, cociendo frijoles y atendiendo a los hermanos menores.
A los diez años, la candidata del PRD al Senado empezó su largo peregrinar por las clínicas y hospitales para tratar su padecimiento, utilizando la credencial del IMSS de otra niña cuya madre le hizo favor porque su familia no tenía seguro social y el día que la internaron para una cirugía de en su pie, su madre inventó una historia a su padre para justificar su ausencia en la casa.
“Las dos teníamos mucho miedo de que las cosas salieran mal y que mi papá le recriminara a mi mamá por operarme sin su consentimiento, gracias a Dios todo salió bien y mi papá se dio cuenta de su error y empezó a apoyarme”, agrega la candidata, quien a pesar de que su familia también pasó hambre y penurias económicas no hay signo de dolor o resentimiento o en su relato.
Para Leonor todo era nuevo y no importaba que viviera en la marginación que se vivía en Soledad de Graciano Sánchez durante su niñez. Tenía el entusiasmo de superarse, de ser alguien en la vida y ayudar a sus padres, tirarles esa casa vieja de adobe y techos fisurados para construirles una casa grande y bonita. Ese sueño la mantuvo en marcha y la motivó a estudiar la secundaria, donde obtuvo diversos reconocimientos por aprovechamiento escolar, igualmente en la preparatoria y en la carrera de contador público, en la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Ya como profesionista, en el año de 1986, Leonor trabajó en distintos despachos contables hasta que consiguió un empleo en el Ayuntamiento, a principios de los años noventa, y desde entonces ha realizado diversas actividades en la función pública de su natal Soledad de Graciano Sánchez, desde visitar las comunidades para empadronar a los mayores de 18 años al otrora Instituto Federal Electoral, hasta encargarse de brindar servicios municipales en las más de 200 colonias soledenses.
“Cuando Ricardo Gallardo Juárez se convirtió en alcalde de Soledad yo ya trabajaba en el Ayuntamiento, pero con él y con su hijo tuve la oportunidad de crecer, me dieron más responsabilidades qué cumplir y sirvo con vocación y hermandad a las familias porque yo también viví una situación difícil cuando era niña”, afirma la candidata del PRD antes de subir al tapanco para charlar con el pueblo e identificarse con él desde sus primeras palabras.
Con entusiasmo, Leonor Noyola viaja a cada comunidad potosina, y le entrega su sencillez a la gente. Les dice que sabe trabajar, que los bastones que usa para caminar no son un obstáculo para lograr su objetivo de llevar las necesidades de la gente marginada al Senado y, si Leonor les gana a sus contrincantes el próximo primero de julio, por primera vez en la historia contemporánea de San Luis Potosí una mujer soledense con arraigo entre la gente sencilla y humilde alcanzaría un cargo público de relevancia para promover un cambio verdadero.