Las marchas y protestas de las mujeres se han convertido en un grito de esperanza para muchas que, como ellas aún siguen sujetas y condicionadas a las violencias machistas y misóginas de esta sociedad patriarcal.

Y la Colectiva Las Vulvasónicas Batucada Feminista sabe de ello. Ellas son 25 mujeres que integran una colectiva desde hace ya cinco años.

Quienes con tambores, baquetas, garrafones y hasta un cencerro que usan como sus instrumentos musicales y al grito del tradicional sagarit, anuncian el comienzo de las marchas y se convierten al unísono en un reclamo social ante tanta injusticia.

Cada una de ellas tiene una historia que les permite mirar como iguales, pues no pueden hacer a un lado que la violencia de género y la misógina les atraviesa a todas ellas sin distinción alguna.

Nayeli quien es integrante de esta colectiva, señala que fue en el año 2016 que inició este proyecto con dos activistas feministas y después se fueron integrando más mujeres a esta colectiva.

Su objetivo, cuenta Nayeli, es llevar una batucada feminista que guíe con su ritmo, consignas y ensambles las exigencias de miles de mujeres y que éstas sean escuchadas.

"Las mujeres tenemos que hacer ruido, incomodar. Pues creemos que el feminismo que no incómoda, no está cumpliendo su cometido. Somos mujeres que salimos con cacerolas y objetos de la vida cotidiana como una manera de reinvindicarnos histórica y socialmente".

Es así que las Vulvasónicas y su batucada cumple una función primordial dentro del feminismo local, llevar la voz de quienes por años han sido oprimidas y que hoy han optado por no callar más.

Y es así como cada fecha conmemorativa que da pie a la reflexión sobre las mujeres, su entorno y su lucha, las Vulvasónicas salen con sus instrumentos a llevar una melodía de exigencia a la sociedad, que a veces indolente, no comprende el hartazgo de quién diariamente sufre la sujeción de sus derechos humanos.

"Ha Sido muy gratificante ser acompañantes de familias y mujeres víctimas de la violencia. Muchas de ellas se refugian en nosotras cuando vamos caminado y tocando en las marchas, nos cuentan sus historias y eso nos hace tocar y cantar las consignas más fuerte, para que nos escuchen y sepan todos que no estamos solas".

La Colectiva Las Vulvasónicas ha participado también en marchas nacionales, como en Puebla con la batucada de Las Lenchas, en una marcha que duró más de cinco horas.

Con esto, Nayeli comparte que la importancia de las batucadas en las marchas feministas es primordial pues, aunque parezcan que todas tienen la misma intención, esto no es así.

Siempre hay un eje rector y un motivante para cada marcha en particular, por ejemplo la de este 8 de marzo es llevar la consigna de las mujeres trabajadoras y obreras, para reinvidicar el trabajo mal pagado y todas aquellas vejaciones de las que son objeto por el simple hecho de ser mujeres.

"La importancia de la batucada es que se respeta el sentido de los reclamos de las violencias de las que somos víctimas y sujetas las mujeres. Pero también la alegría de estar juntas y organizadas en colectividad entre nosotras y poder compartir estos espacios".

Y así a lo lejos se escucha el sonido del tambor de aquella joven que, con su melodía continúa cantando y gritando las consignas que hacen a cualquier mujer vibrar y sentirse acompañada.

Por qué hoy el feminismo lo está cambiando todo, hoy son más mujeres que se unen a este movimiento y que desde sus trincheras trabajan para hacer de esta sociedad un espacio sin violencia y sin crueldad.

"Al sonido de los tambores se inician las marchas y es una señal para comenzar nuestra ruta. El reto más grande para nosotras son los insultos y las amenazas de quién no entiende nuestras posturas, pero existe la colectividad, el compañerismo entre mujeres y en eso nos refugiamos".

Las Vulvasónicas son ese abrazo, ese acompañamiento, ese consuelo que las mujeres necesitan para seguir adelante, para saberse que pueden hacer frente a tanta violencia que les aqueja sólo por el hecho de ser mujeres; porque ellas también son "la manada" y las hermanas que con sus tambores hacen resonar la presencia de quienes ya no están y por quienes siguen en pie de lucha.