Hubo un tiempo en que el agua era gratis en San Luis Potosí, cuando solamente había que acudir a la “Abastecedora”, más conocida como Caja del Agua, y esperar turno para llenar una o dos vasijas de barro o los llamados “botes alcoholeros”, o contratar los servicios de un “aguador”, aunque a éste último sí había que pagar con algunos centavos el esfuerzo por llevar su carga hasta el domicilio especificado, generalmente por parte de familias pudientes.
También se podía acudir a las “cajitas del agua”, como la “Caja de Agua del Santuario” –su nombre correcto es “Columnaria del Santuario”-, así como “La Conchita” que, junto con “La Conservera”, ésta última símbolo de la ciudad, formaban parte del sistema hidráulico que en el siglo XIX trasladaba el vital líquido desde la Cañada del Lobo a la ciudad, principalmente a la zona de los barrios de San Juan de Guadalupe, San Miguelito y San Sebastián.
El vital líquido, inclusive, llegaba hasta la “cajita del agua” o “torre del agua” que todavía es resguardada en el cruce de la avenida Constitución y Universidad, en el Centro Histórico, aunque hay quien dice que esta estructura es más antigua porque debió ser construida a fines del siglo XVIII por los Carmelitas Descalzos que crearon acueducto para transportar agua desde el ojo de agua que se encontraba en las inmediaciones del ahora jardín de Tequis.
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Hay restos arqueológicos datan del año de 1834 que dan cuenta de la forma como se abastecía de agua a los citados barrios, los menos vistos son aquellos que se conservan en la Cañada del Lobo que, diferente a la infraestructura que se conserva en zona urbana, no ha llamado la atención de las autoridades el protegerla, a pesar de la insistencia de colectivos y defensores independientes de la sierra de San Miguelito.
La Caja del agua más conocida y que se convirtió en el ícono de la capital potosina, fue inaugurada en el año 1835 y sirvió precisamente para acumular del agua que provenía de la Cañada del Lobo, gracias a la obra hidráulica encargada por el entonces gobernador Idelfonso Díaz de León, pero concluida hasta el mandato de Julián de los Reyes, con la construcción de esa conservera y las “cajitas del agua”, una en el cruce que forman la Calzada de Guadalupe y la calle Fernando Montes de Oca, a un costado de la hoy Basílica Menor de Guadalupe, y la “Conchita” –ubicada casi frente al Cuartel Militar, sobre la Calzada de Guadalupe- que fue restaurada en el anterior trienio municipal con recursos federales.
En esa administración, también se restauró la “Columnaria del Santuario” que, hace unos años fue dañada y semidestruida en un aparente accidente de tránsito.
Como símbolo adicional a esa infraestructura hidráulica que por muchos años abasteció del vital líquido a gran parte de la población potosina, desde 2009 frente a la Caja del Agua se instaló la escultura del aguador, un reconocimiento también a aquellos hombres que se esforzaron al máximo, con grandes volúmenes de agua sobre sus espaldas, y largos trayectos para entregarla.