Con la conmemoración de la Semana Santa llega a San Luis Potosí la tradicional Procesión del Silencio, tradición que debe ser un acto de fe, más que un mero espectáculo.
Así lo consideró en entrevista con El Sol de San Luis el rector de catedral, Francisco Javier Espinosa, quien observó que incluso muchos de los que participan lo hacen a manera de manda y penitencia.
“San Luis Potosí tiene una identidad muy propia y particular, yo creo que la cultura potosina es el resultado de la historia y también de la forma de entender la fe, podemos decir que aquí existe una cultura religiosa muy fuerte y arraigada, y eso es fruto de la devoción de la gente, de sus tradiciones, y de la evangelización”.
El presbítero refirió como, desde los tiempos de la conquista, se fue llevando a cabo esta evangelización que ahora gozamos en San Luis Potosí, “ya sea a nivel de arquitectura, de arte, de tradiciones como la Procesión del Silencio”.
Todo es el resultado, añadió, del legado que muchas personas muy religiosas y también de muchos sacerdotes y evangelizadores llevaron a cabo “creo que la Procesión del Silencio es una tradición muy bonita en nuestra en nuestra ciudad, que vale la pena rescatar y seguir fortaleciendo”.
Sin embargo, aunque ahora es un atractivo turístico, “no hay que olvidar que principalmente es una manifestación de fe y la mayoría de las personas que participan lo hacen con devoción, incluso muchos lo toman como una penitencia o como una manda”.
Finalmente, Javier Espinosa aseguró que ahí está la riqueza de esta celebración, “esa es la parte importante, de lo contrario pues lo vamos a convertir en un mero espectáculo y no lo es; más bien es una manifestación de fe que todos podemos apreciar y debemos aprender, por eso hay que seguir fomentándola”.