“Lo único que tenemos seguro es la muerte, y no es una persona, es una transición, es sólo un momento”, enfatizó el Arzobispo de San Luis Potosí, Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe, en relación al “Día de Muertos”.
El jerarca de la Iglesia potosina manifestó que “aunque pudimos tener desacuerdos, dificultades, diferencias e incluso pleitos, es momento de honrarlos, venerarlos y manifestar nuestro amor hacia nuestros fieles difuntos. Los honramos con un ¡gracias!, porque ya interceden por nosotros en el cielo, ya gozan de la Patria Eterna, de la presencia de Dios Nuestro Señor y les pedimos que aboguen por nosotros”.
Comentó que, aunque hay quienes dicen que se va a acabar el mundo, Jesús nunca dijo una fecha exacta ni un horario para ello. Por eso, esta fiesta de los fieles difuntos nos lleva a preguntarnos ¿qué he hecho de mi vida?, ¿qué hice de bien este día?, ¿qué dejé de bueno hoy en la sociedad, en mi trabajo, mi familia, con mis conocidos, vecinos y amigos?, ¿me la pase tal vez tirando basura o papeles de lo que consumía, o me la pasé siendo grosero?, ¿cumplí con mi deber?
En ese sentido, consideró preciso hacer un autoanálisis de cómo estamos viviendo nuestra vida, “para que Dios no nos agarre desprevenidos”, pues no sabemos el momento exacto en que dejaremos este plano terrenal.
Si bien, dijo a todos nos duele separarnos de nuestros seres queridos, el verles partir y que cerraron sus ojos para siempre y los abrieron para la Vida Eterna; pero “tenemos que saber que ellos realmente están vivos, sólo han trascendido, porque precisamente la muerte es un breve momento de transición, no es una persona, es un momento, eso nos debe quedar muy en claro”.
“Extrañamos a nuestros seres queridos más cercanos, porque ya no están con nosotros, sentimos con profundo dolor y tristeza esa ausencia. Nos duele la muerte de nuestros familiares y seres queridos, porque ya no estarán más con nosotros, porque los amamos y hemos creado lazos de amor, de gratos sentimientos, de trato físico y de amistad con ellos, experiencias que nos han dejado como herencia. Le pedimos a Dios que los tenga en su reino eterno, que es la alegría de todo ser humano, aunque algún día hayamos tenido alguna desavenencia con ellos. Perdonamos y nos han perdonado”, expresó.
Asimismo, manifestó que el momento de la muerte es parte de nuestra vida, pues es una transición del ser humano, como decía San Francisco de Asís, quien hablaba de la “hermana muerte”. Desde niños hemos oído decir en el pueblo: “lo único que tenemos seguro es la muerte”, y vaya que sí, externó, pero no hay que olvidar que la muerte es sólo un momento, una dimensión desconocida; es un paso que a veces no alcanzamos a asimilar y a entender.
Comentó que sabemos que por la gran misericordia de Dios y la redención de Cristo, estaremos gozando de su presencia y de la alegría eterna. Claro está que tenemos fallas y limitaciones porque precisamente somos seres humanos imperfectos, pero por eso existe lo que hemos llamado purgatorio, que es lugar de purificación, no en el sentido de quemarnos y sufrir, sino en el sentido de limpiarnos, de purificarnos, para que Dios nos reciba en estado perfecto. “Es un momento de conversión y purificación que nos ofrece para redimirnos”.
“Es como cuando nos purificamos las manos y sanitizamos el cuerpo antes de entrar a la casa en tiempo de pandemia, para no entrar sucios, de igual forma lo haremos para entrar a la casa eterna con nuestro Padre Dios, que es la más hermosa en la que estaremos siempre”, agregó.
De igual forma, destacó que es San José el Patrono de una “muerte buena”, y es a él a quien debemos invocar para que “al dejar este mundo estemos en paz con Dios y reconciliados con Él, en paz con nosotros mismos y con nuestros hermanos”. Para que nos permita tener una muerte como al lado de María Santísima y Jesucristo, y podamos recibir los sacramentos de la salvación, del bien morir, como es el sacramento de la Confesión, la Comunión o el Viático, la Unción de Enfermos, recibiendo los Santos Óleos, etc., “esa sería la mejor forma de morir para resucitar con Cristo bendito, dijo el jerarca”.
Finalmente Monseñor Cavazos Arizpe señaló que hay múltiples formas con las que debemos honrar, amar, recordar y rendir homenaje a nuestros fieles difuntos. En México, por ejemplo, les ponemos su altar con lo que más les gustaba, de una manera festiva, colorida, como se celebra el Xantolo, “pero con su dolor y todo lo que conlleva a ese momento de transición, nos abre la entrada a una puerta hermosa, puerta en arco, redonda, como la corona de Adviento, es redonda porque significa la eternidad de la vida, porque la vida no termina, y expresa una eternidad, el camino a una vida desconocida, pero, ¿cómo es?, no sabemos, porque como dice el Evangelio: Ni el ojo vio ni el oído escuchó”.