Luego de las cenas navideñas, convivios con amigos y familiares y el exceso en la ingesta de alimentos que conllevan las celebraciones decembrinas, la población en general y más aun los padres de familia deben estar atentos a páginas de internet que inciden en conductas alimentarias nocivas dentro de la familia, con el fin de bajar el peso que consideran aumentaron o podrían aumentar como resultado de lo que consumieron durante el último mes del año.
Y es que hoy en día existen páginas, blogs y sin fin de lugares en la red dónde los jóvenes con trastornos de conducta alimentaria -anorexia o bulimia- acuden, al sentirse identificados con la comunidad, personas sufriendo de ansiedad, estrés e incomprensión de la familia, en estos sitios se identifican y fomentan de manera descontrolada una conducta que los incita a autolesionarse y los expone a un problema mayor, que muchas veces la familia desconoce o no entiende.
Estos sitios, pasan desapercibidos a ojos y oídos de los padres porque se asocian a nombres de chicas por ejemplo Ana, Alexia, Mía, etc. y realmente son sitios de reunión para hablar y fomentar conductas nocivas, compartiendo e inclusive haciendo retos para ver quién “se pone mejor o logra sus objetivos de peso y talla en menor tiempo”.
Así lo evidencio en su investigación sobre el tema, Liliana Margarita Solís Miranda, licenciada en Nutrición Aplicada, quien en su trabajo “Anorexia y Bulimia, algo más que aberración a la comida”, reflejo que generalmente la anorexia y la bulimia se consideran por la población como una adopción o copia, por seguir estereotipos y cánones de moda y belleza, cuando en realidad son alteraciones psicopatológicas que se presentan en la conducta del individuo en torno a la alimentación, y son dos de los tres trastornos más diagnosticados dentro del grupo que comprende los trastornos de la conducta alimentaria, y se clasifican en anorexia nerviosa y bulimia nerviosa.
“Los trastornos de conducta alimentaria son enfermedades mentales que si no se atienden traen consigo comorbilidades tanto médicas como psiquiátricas, que pueden poner en riesgo la vida del individuo que los padece, por ello es importante detectar y atender el problema de manera temprana, ya sea con apoyo médico, psicólogo, psiquiatra y nutriólogo”.
Lamentablemente en San Luis Potosí hay desconocimiento entre la población sobre dónde y cómo tratar estos problemas, además de que suelen confundirse y tomarse solo como trastornos alimenticios, cuando de acuerdo con especialistas, el problema de fondo va más allá que la mera apariencia física o de consumir más o menos comida.
“Pocas veces los padres de familia se detienen a pensar que los TCA no son una moda y sí un desorden mental, y de manera inconsciente fomentan esas conductas en sus propios hijos generando en ellos una ansiedad que por su inmadurez o edad no canalizan y la enfocan de manera distorsionada, esto a la larga generará conductas o actitudes no saludables”, esto se da tanto en hombres como en mujeres.
Agrego que muchas veces en la familia se cuestiona la percepción del cuerpo en relación con el peso y apariencia, “eso que pensamos sobre nosotros mismos, se refleja y lo aprenden nuestros hijos, por lo que tenemos una gran responsabilidad como padres”.
Una familia desestructurada o disfuncional, también puede ser detonante para favorecer esas alteraciones en los adolescentes, se vuelven callados y gran mayoría desarrollan comportamiento hostil, negándose a aceptar o reconocer ante su familia que tienen un problema, la realidad es que no desean abandonar su objetivo principal que es mantener un peso bajo, en tanto la familia a detectado el problema.
Uno de los grandes problemas con las personas que sufren trastornos de conducta alimentaria es su incapacidad para manejar eventos estresantes -sencillos para otros, -porque representan un desequilibrio emocional, mental psicológico, etc. lo que se traduce en el desarrollo de conductas compensatorias para liberarlo o “manejarlo” siendo estos desde un trastorno por atracón hasta desarrollar anorexia o bulimia, estados asociados a perfiles neuroendocrinos y psicosociales.
Ante este problema, lo recomendable es ser conscientes de que una persona que sufre trastornos de conducta alimentaria tiene dificultad en el manejo del estrés, no cuenta con recursos para afrontarlo de manera individual o familiar, e inconscientemente recurre a conductas nocivas en un intento de disminuir, calmar, o evadir los sentimientos que les produce la ansiedad, es aquí donde nos damos cuenta de que no es una moda, ni algo copiado.
Al aplicar un sondeo a madres y padres de familia los resultados obtenidos reflejaron que de las personas encuestadas el 45 por ciento dijeron desconocer que son los Trastornos de la Conducta Alimentaria, y un alarmante 85 por ciento dijo desconocer de alguna institución en San Luis Potosí que brinde atención a las personas que padecen de estos trastornos que en promedio son jóvenes y adolescentes, tan solo el 15 por ciento restante refirió a la Clínica Psiquiátrica Everardo Neumann, CAPCITS e Instituto Temazcalli, como centros de apoyo.
Otro de los resultados sorprendentes es que el 52 por ciento asocia estas conductas como un desorden mental, el 25 por ciento considera que está copiando una conducta de algún amigo (a), y el 23 por ciento restante no lo sabe, o no se lo habían cuestionado.
En cuanto a la detección de los factores de alerta, el 53por ciento de las personas contestaron que si sabrían identificarlos, mientras que un alarmante 47 por ciento opino que no.
Sobre la incidencia de factores familiares en las conductas alimenticias como bulimia y anorexia, la población opinó en un 57 por ciento que los problemas entre padres e hijos inciden de manera importante en que estos y el 43 por ciento considera que son independientes.
En cuanto a donde llevar a quienes incurren en estas prácticas para recibir atención especializada, el 42 por ciento dijeron que atenderían a la persona con un psicólogo, el 18 por ciento con un psiquiatra, el 17 por ciento con un nutriólogo, el 15por ciento lo llevaría con todos los anteriores y solo el 8 por ciento con un doctor.