Mucho antes de películas hollywoodenses donde parte de los fenómenos que desencadenan las situaciones se basan en el “error” de haber construido sobre cementerios -algunas de las más populares El Resplandor o Poltergeist-, en la capital potosina ya se había llegado a ese extremo: El barrio de San Miguelito tiene una escuela múltiple asentada en lo que, en su época, fue el cementerio de la zona.
Es para dar miedo, si se piensa en esas cintas que marcaron época y en su momento llenaron cines, pero aunque hay versiones de boca en boca sobre incidencias paranormales –hasta pseudo cazadores locales de lo paranormal han acudido a “documentar” manifestaciones- ningún alumno o docente ha manifestado alguna situación anormal, al menos en la actualidad.
El conjunto educativo que forman las escuelas “Manuel José Othón” (Jardín de Niños) “Lic. Marco Antonio Vázquez Carrizales (Secundaria) y “Lic. Antonio Rocha Cordero” (preparatoria), ocupa toda una manzana con frente en la calle Xicoténcatl 605, y rodeada por las calles León García, y Fernando Rosas.
Algunos alumnos saben de la “leyenda” del cementerio bajo sus pies, pero no se inmutan; los directivos -al menos de la secundaria- piden que no se “remueva” la historia e inclusive se cierran a proporcionar datos históricos; algunos estudiantes consultados al azar al salir de clases, dicen que “a veces” hay cosas que se mueven en los salones.
No obstante, los anales de la historia local -alentados por versión de viejos habitantes del barrio- siguen manteniendo viva la leyenda urbana de apariciones, de niñas que en plena madrugada aparecen y desaparecen; hasta dicen que la mítica “Loca Suley” sigue ahí, enterrada en lo que fue el viejo panteón de San Miguelito y que de vez en cuando se aparece en los alrededores.
Restos mortuarios
El cementerio emergente de ese barrio, se dice, habría sido creado –como varios otros en toda la ciudad de San Luis Potosí- derivado de la viruela que azotó entre mediados y finales de los años 1800; luego quedó en desuso y olvidado, tanto que lápidas y restos mortuorios terminaron a la vista, a ras de suelo, lo que se consideró en su momento un sacrilegio cuando huesos y otros restos fueron utilizados hasta para la construcción de algunos inmuebles aledaños, especialmente las lápidas de piedra.
Entre 1915 y 1916, los habitantes del barrio de San Miguelito solicitaron a las entonces autoridades “desaparecer” el cementerio y en su lugar construir un mercado; la idea no pareció mala, tanto que el municipio divulgó una notificación para que deudos recuperaran los restos de sus difuntos, es decir, los exhumaran, y los trasladaran a otros camposantos.
Empero, la instrucción no fue atendida del todo: Algunas lápidas fueron retiradas, pero los cuerpos quedaron ahí, enterrados, se dice.
El mercado que en 1923 se pretendió construir no llegó ni a proyecto, y el predio quedó de nueva cuenta abandonado… hasta mediados de 1939 y principios de 1940 que se construyó el conjunto educativo que hasta la fecha alberga las citadas escuelas que, inclusive, abarcaron una media manzana más lo que obligó a derribar algunas viviendas. Se ignora si se compensó a los propietarios.
Apariciones y lamentos
Aunque se habla de algunos vestigios que han sobrevivido a través de los años, los directivos escolares aseguran que no existen, pero tampoco permiten el acceso para verificar si es cierto. Dicen estar cansados de que “a cada rato” acudan “expertos” en situaciones paranormales para pedir que los dejen entrar para “investigar” a altas horas de la noche. “Esto no es un circo”, dice una docente del turno vespertino.
Sin embargo, si no es entre alumnos o docentes es entre los vecinos de los alrededores donde se mantienen vivas los cuentos sobre apariciones y lamentos a altas horas de la noche provenientes de lo que fue el cementerio.
Uno de los relatos más conocidos es el de una niña que aparece en los baños –en el de damas, suponemos- o la misma u otra menor que salta de un segundo piso y se cuerpo nunca es hallado; también el de una mujer que entra y sale de los salones pero que tampoco es encontrada y que, dicen, sería la “Loca Suley”.
La loca busca a su amado
Claudia Suley o Sulley, era una vecina precisamente de San Miguelito, que fue plantada por su prometido en el altar de la iglesia de ese barrio donde se casarían; perdió la razón y terminó persiguiendo a todo hombre con el que se topaba, creyendo que se trataba de su amado. Dicen que se le ha visto todavía a la fecha vestida con su ya andrajoso vestido de novia, y abordando a cualquier transeúnte que a altas horas de la noche se atreve a caminar por esas calles solitarias, especialmente por el callejón que conduce al jardín del barrio, en León García y Gómez Farías.
En redes sociales, en algunos grupos, suele divulgarse una foto de un viejo cementerio, alegando que se trata del que hubo en San Miguelito; la imagen en realidad suele corresponder al cementerio de Guadalupe, que se ubicaba en lo que es hoy la calle de 5 de mayo -más o menos detrás de las instalaciones de la Cruz Roja-, zona que también tiene sus leyendas de aparecidos, pero esa es otra historia del imaginario colectivo.