Un tesoro religioso, cultural y arquitectónico, de invaluable riqueza arquitectónica, escultórica y pictórica, digna de apreciarse detenidamente, de valorarse y que nos exhorta a dejarnos envolver por su indiscutible belleza e imponente suntuosidad, es la Catedral Metropolitana Potosina, orgullo de los potosinos.
Su enriquecido arte sacro, pictórico y escultórico es muy amplio, de ahí la importancia de irlo apreciando en bajas dosis a través de este espacio cultural, con el fin de que nuestro consciente se encante detenidamente y asimile las maravillas de cada creación plástica, como debe disfrutarse el arte en todas sus manifestaciones.
Declarada monumento nacional en 1935 se localiza en el primer cuadro de la ciudad justo al oriente de la Plaza de Armas, la construcción actual se inició en 1670 y se bendice en 1730.
La fachada principal en diferentes planos como si fuera un biombo es de dos cuerpos y remate, presenta elementos de marcada influencia del estilo barroco, sobresaliendo pares de columnas salomónicas tritóstilas y entre ellas nichos que albergan las esculturas en mármol blanco de carrara de los apóstoles.
En el segundo cuerpo destaca la ventana coral y sobre ella un medallón. El remate de la fachada está compuesto por un templete que muestra al centro la escultura en cantera de la Virgen.
La torre del lado sur realizada en mampostería data del siglo XVIII, la torre norte realizada en cantera se construyó en 1910 y aquí como dato curioso es que aunque sean de distinto material y construidas en diferente época, ambas torres son muy similares: de tres cuerpos, que al igual que la fachada muestran columnas salomónicas y cupulilla.
El interior de planta basilical es de tres naves, sustentada por pilastras, en la nave central sobresale al frente en el presbiterio, el hermoso ciprés de dos cuerpos de marcada influencia neoclásica, el primer cuerpo alberga la imagen escultórica de San Luis Rey de Francia, Patrono de la Ciudad y en el segundo Nuestra Señora de la Expectación.
En la parte baja del altar yace la escultura en mármol blanco de San Sebastián mártir. La decoración original se realizó en 1896 por los italianos Claudio Molina y José Guiuseppe Compiani, en 1954 fue restaurada por Francisco Ruiz. Las naves laterales presentan varios altares de influencia neoclásica de diferente advocación.
Antecede al altar en lo alto la gran cúpula de base octagonal decorada con casetones y flor al centro en dorado, al lado derecho de la nave principal se encuentra un púlpito con tornavoz en dorado.
Enriquecen el interior varias obras de arte sacro como esculturas, pinturas, mobiliario, etcétera de diferentes autores entre los que se encuentran los pintores Patricio Morlete, Nicolás Rodríguez, Eurolo Eroli, José de Páez y los hermanos Rodríguez Juárez, el escultor Mariano Perrusquia. Es importante mencionar el gran órgano de viento y la sillería del coro.
Recomendamos al apreciable lector la siguiente bibliografía para enriquecer el conocimiento sobre esta gran obra de arte que es nuestra Catedral.