Janín Garcín es una artista urbana potosina que ha roto con el canon predominante de la historia que ha inscrito a las mujeres creadoras al olvido e incluso a permanecer en la sombra.
Su trabajo evoca la identidad femenina, pero también construye diálogos para despertar conciencias y crear espacios resilientes y mucho más justos para las mujeres.
Artista de talla internacional, Janín Garcín ha posicionado a través de su obra mural la existencia de las mujeres y sus luchas, en medio de escenarios que rompen las reglas de la belleza hegemónica que durante mucho tiempo han marcado la estética del arte.
Desde muy pequeña, su contexto familiar y social le enseñaron que, a través vez de la expresión gráfica podía construir otros mundos y otras historias, en donde las crisis económicas, las violencias y la falta de oportunidades podrían transformarse a través de su creatividad plasmada en los muros, del espacio urbano que siempre fue suyo, en todo momento de la mano de su aerosol.
“Pues yo no tenía otra oportunidad y fui la primera en mi familia que terminó la universidad, había muchas expectativas en mí. Además, en mi familia las mujeres vivían otros contextos, de los que yo decidí no formar parte. Yo solo quería ayudar y la única forma en la que podía era a través del arte, de pintar muros, de hacer arte urbano. Yo tenía una misión, la que me ha permitido conocer otros países, otras culturas, otras formas de vida y aprendí que el arte urbano feminista sería mi mejor herramienta de cambio”.
Un camino en el que enfrentó todo un proceso de repensar el orden social establecido, aquel que sujeta a las mujeres y que le exigió durante su formación en el Diseño Gráfico buscarse una individualidad para encontrar la genialidad artística en las calles.
“Conocí mujeres, otras personas, otras realidades, con quienes pude hacer visible que acá estamos las personas que no tenemos las mismas oportunidades que muchas personas tienen, y fue en el arte donde pude acercarme a otros mundos. Yo quería conocer más y yo solo quería crear, dibujar y fue cuando entré a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí donde me interesó el grafiti de manera profesional y comencé a pintar”.
Un espacio de creación que por muchos años ha sido lugar del lenguaje masculino y que Janín Garcín ha sabido dominar con su talento, con su carácter expresivo y con una discursividad feminista, que se distingue y abrió campo a otras mujeres en el arte urbano.
“En el arte urbano he podido conocer a muchas mujeres, que son bien chambeadoras y que, en medio de un país feminicida, en un país súper violento, tenemos la furia de querer salir adelante, de expresar lo que sentimos por medio de los muros y como a través de ellos hemos construido comunidad”.
Es así que, con sus murales y el arte urbano, Janín Garcín reinterpreta la historia de las mujeres, resignifica la lucha de las víctimas de la violencia y su imaginario no sexista integra a personajes femeninos de diferentes sectores sociales, como parte de un artivismo contra la opresión.
“La calle me permitió siempre estar en movimiento y me di cuenta de que con mi trabajo yo podía comunicar el contexto, las necesidades del barrio, de la comunidad y me di cuenta de que los muros tenían un gran potencial de comunicación. En medio de este proceso, conozco el feminismo y entiendo como todos estos patrones hegemónicos me habían atravesado desde niña y comencé a pintar mujeres, mujeres morenas, mujeres que tenían una historia que contar y que a través del arte urbano comencé a abrazar y acompañar; los muros se convirtieron en mi lienzo y las mujeres en protagonistas”.
Con más de 10 años de trayectoria, Janín Garcín ha roto los roles sociales impuestos y gracias a su trabajo, ha podido plasmar su arte en países como Perú, Colombia, Brasil y otros países de Europa e incluso en Estados Unidos, también ha podido colaborar con grandes marcas como Adidas, Corona, Playboy, 7B, 360 Spraypaint, Cervecería Minerva y Montana Cans, aunado a su trabajo con la portada del libro de texto “San Luis Potosí, la Entidad donde Vivo”.
“Yo me preocupo mucho porque los procesos sean lo más importante y para mí es esencial que estos murales puedan ser comunitarios, que el resultado sea que la gente pueda disfrutar mi trabajo y puedan conectar con él, sobre todo las niñas y las mujeres jóvenes, sepan que pueden participar activamente dentro del arte, que sepan que estamos cambiando al mundo”.