/ jueves 11 de julio de 2019

Investigación identifica nuevo gen en el maíz que ayuda a defenderse contra patógenos

La investigación es parte de un artículo publicado en la prestigiosa revista internacional Plant Cell, donde participa una investigadora del IPICYT

Un artículo publicado en la revista Plant Cell por parte de un grupo de investigadores de la Universidad de California Berkeley, la Universidad de California San Diego y una investigadora del IPICYT, podría ser de gran relevancia en los próximos años ya que identificó un nuevo gen en el maíz que le ayuda como escudo contra patógenos.

La investigadora Cátedra-Conacyt María Jazmín Abraham Juárez, quien formó parte de la investigación y está adscrita a la División de Biología Molecular del IPICYT, detalló que es relevante porque solo cerca del 10% de los artículos que se someten a esa revista son aceptados, lo que habla de la solidez de la investigación.

“Es una investigación que se realizó con la Dra. Sarah Hake de la Universidad de California en Berkeley, el Dr. Steve Briggs de la Universidad de California en San Diego, junto con postdoctorantes y otros estudiantes en la Universidad de Berkeley”, explica la investigadora Cátedra-Conacyt.

Destacó que la investigación es sólida porque involucra distintas especialidades de investigación que parten de un proyecto de ciencia básica, que comenzó con el análisis de mutantes de maíz (organismos a los que se les ha modificado una base en la secuencia de DNA por medio de agentes químicos), y que muestran defectos en el desarrollo.

“Analizamos una población de mutantes, dentro de la cual identificamos una mutante que no tiene la forma de la hoja del maíz normal, es decir, no tiene la membrana que une la hoja al tallo, como a esa membrana se le llama lígula, a la mutante la nombramos Liguleless narrow, (angosta sin lígula). En general, la planta es más pequeña y ya no produce la misma cantidad de semillas”, detalla María Jazmín Abraham.

La doctora en Ciencias de la Biotecnología agrega que el estudio tuvo un cambio total cuando se encontró cuál era la proteína que estaba afectando a la mutación, porque resultó que era una “proteína cinasa” (enzimas que activan o inactivan otras proteínas por fosforilación) y que actúa en redes de señalización de respuesta a patógenos y solo se encuentra en plantas pertenecientes a las gramíneas, las cuales son agronómicamente importantes.

“Es complicado encontrar una proteína tan interesante, pero con la experiencia de la Dra. Sarah Hake, genetista y especialista en identificación de mutantes de maíz fue más rápido el proceso. Después nosotros como posdoctorantes, realizamos los experimentos con los que comprobamos la función de esa proteína. Utilizando dobles mutantes y métodos de proteómica, identificamos un modificador de segundo sitio”, explica la investigadora nivel 1 del SNI.

Este hallazgo es muy importante, pues tiene el potencial para crear variedades adaptadas a diferentes microclimas y que además muestren resistencia a patógenos, indica la Investigadora Cátedra-Conacyt.

Finalmente, dijo que la relevancia de la investigación es haber identificado esas dos proteínas nuevas (no descritas previamente), que están involucradas en activar otras proteínas que ayudan al maíz a defenderse de patógenos por medio de la activación de una red de MAP cinasas y variación en la temperatura, por lo que ahora, el reto que se tiene ahora en el Laboratorio de Biología Molecular de Plantas en el IPICYT es aplicar este conocimiento para crear una planta de maíz súper resistente adaptada a climas específicos, que ayude a los agricultores a obtener una mejor producción en sus cultivos.

Un artículo publicado en la revista Plant Cell por parte de un grupo de investigadores de la Universidad de California Berkeley, la Universidad de California San Diego y una investigadora del IPICYT, podría ser de gran relevancia en los próximos años ya que identificó un nuevo gen en el maíz que le ayuda como escudo contra patógenos.

La investigadora Cátedra-Conacyt María Jazmín Abraham Juárez, quien formó parte de la investigación y está adscrita a la División de Biología Molecular del IPICYT, detalló que es relevante porque solo cerca del 10% de los artículos que se someten a esa revista son aceptados, lo que habla de la solidez de la investigación.

“Es una investigación que se realizó con la Dra. Sarah Hake de la Universidad de California en Berkeley, el Dr. Steve Briggs de la Universidad de California en San Diego, junto con postdoctorantes y otros estudiantes en la Universidad de Berkeley”, explica la investigadora Cátedra-Conacyt.

Destacó que la investigación es sólida porque involucra distintas especialidades de investigación que parten de un proyecto de ciencia básica, que comenzó con el análisis de mutantes de maíz (organismos a los que se les ha modificado una base en la secuencia de DNA por medio de agentes químicos), y que muestran defectos en el desarrollo.

“Analizamos una población de mutantes, dentro de la cual identificamos una mutante que no tiene la forma de la hoja del maíz normal, es decir, no tiene la membrana que une la hoja al tallo, como a esa membrana se le llama lígula, a la mutante la nombramos Liguleless narrow, (angosta sin lígula). En general, la planta es más pequeña y ya no produce la misma cantidad de semillas”, detalla María Jazmín Abraham.

La doctora en Ciencias de la Biotecnología agrega que el estudio tuvo un cambio total cuando se encontró cuál era la proteína que estaba afectando a la mutación, porque resultó que era una “proteína cinasa” (enzimas que activan o inactivan otras proteínas por fosforilación) y que actúa en redes de señalización de respuesta a patógenos y solo se encuentra en plantas pertenecientes a las gramíneas, las cuales son agronómicamente importantes.

“Es complicado encontrar una proteína tan interesante, pero con la experiencia de la Dra. Sarah Hake, genetista y especialista en identificación de mutantes de maíz fue más rápido el proceso. Después nosotros como posdoctorantes, realizamos los experimentos con los que comprobamos la función de esa proteína. Utilizando dobles mutantes y métodos de proteómica, identificamos un modificador de segundo sitio”, explica la investigadora nivel 1 del SNI.

Este hallazgo es muy importante, pues tiene el potencial para crear variedades adaptadas a diferentes microclimas y que además muestren resistencia a patógenos, indica la Investigadora Cátedra-Conacyt.

Finalmente, dijo que la relevancia de la investigación es haber identificado esas dos proteínas nuevas (no descritas previamente), que están involucradas en activar otras proteínas que ayudan al maíz a defenderse de patógenos por medio de la activación de una red de MAP cinasas y variación en la temperatura, por lo que ahora, el reto que se tiene ahora en el Laboratorio de Biología Molecular de Plantas en el IPICYT es aplicar este conocimiento para crear una planta de maíz súper resistente adaptada a climas específicos, que ayude a los agricultores a obtener una mejor producción en sus cultivos.

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