Entre la aplicación y el desacato de las medidas preventivas, continúa el comercio informal en las calles del Centro Histórico.
A más de un año de pandemia, quienes viven del comercio en la vía pública han tenido que adaptarse a las nuevas condiciones que impone la pandemia, sin embargo los llamados de las autoridades y las noticias de las escenas trágicas que se viven en los hospitales, no han sido suficientes para que todos se convenzan de protegerse.
Así, hay comerciantes que procuran cuidarse, al menos con el uso de un cubrebocas, pues el hecho de estar al aire libre produce cierta sensación de seguridad; una de las recomendaciones frecuentes de las autoridades sanitarias es evitar los espacios cerrados, sin embargo también han pedido en innumerables ocasiones, utilizar el cubrebocas en la vía pública.
Los giros del comercio informal instalados en el primer cuadro de la ciudad son variados, están los de frituras, elotes, globos, artículos que simulan ser artesanales pero en realidad son de fábrica, o aquellos surgidos con la pandemia, como los de cubrebocas de tela o desechables, sin embargo la variedad de giros no marca una diferencia en cuanto al cumplimiento de las medidas preventivas.
Hay por igual vendedores de frituras que mantienen el cubrebocas, como otros del mismo giro que se han olvidado de esta prenda; vendedores de elotes que portan la mascarilla o los que al calor de las ollas prefieren retirársela para sentirse más frescos, así como aquellos que consideran esta prenda un estorbo para gritar a todo pulmón lo que ofertan.
En muy pocos, o prácticamente ninguno, se ofrece gel antibacterial a los clientes, aunque tampoco por parte de los compradores hay un acato puntual a las medidas sanitarias ni la exigencia de que se cumplan.