"Como Iglesia hacemos una invitación a no banalizar el tema", señaló Juan Jesús Priego Rivera, vocero de la Arquidiócesis de San Luis Potosí en respuesta a la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que declara inconstitucional penalizar a las mujeres que practican el aborto.
El sacerdote aclaró que la Iglesia está a favor de la vida, pero no de que se sancione a la mujer, "mujer, nunca hemos querido la penalización, no es ese el tema que nos preocupa que nos traiga una especie de venganza", lo que sí preocupa, dijo, es que se banalice el tema y que el aborto se convierta en una solución más a los embarazos no planeados.
Lo anterior porque señaló, la Suprema Corte no consideró el daño psicológico que sufren las mujeres que se practican un aborto, "los sacerdotes le llevamos mano a los jueces porque estamos en contacto con el dolor de las mujeres", aseguró que por declaración de mujeres que se han practicado un aborto, sabe que "es una experiencia traumática, difícilmente superable a través de los años, que pueden pasar 20, 30 o 40 años y la mujer siempre pensará en el hijo al que no dejó nacer".
Mencionó que a pesar de que se despenalice el aborto, las hijas no le dirán a los padres que están embarazadas y pueden recurrir a clínicas clandestinas, por lo que se mantendrá el riesgo de que pierdan la vida. Así mismo, destacó que esto puede convertirse en una herramienta de explotación sexual por parte de los hombres.
Lo anterior porque dijo, otra de las historias constantes que escuchan los sacerdotes por parte de las feligreses, es que abortaron porque la pareja las obligó, "que si no abortaba ya no podía seguir con él, y entonces la que se somete al tratamiento, la que se somete a la operación, la que se pone en peligro, es la mujer...eso es una explotación, entonces puede convertirse en un medio de explotación de la mujer para que el varón no se haga cargo del hijo que engendró con ella".
Finalmente, aseguró que esta postura en contra del aborto no es cuestión de fe, sino de ciencia, puesto que el feto tiene un ADN diferente, y por ende, no es parte del cuerpo de la mujer.