- Se celebró la XXX Jornada Mundial del Enfermo
- El jerarca católico agradeció el invaluable y admirable trabajo de todo el Personal de la Salud
- Son ustedes los Samaritanos de este tiempo, les dijo
- Velemos por los enfermos, hay que guiarlos, confortarlos, ayudarlos en lo que podamos y comprenderlos en su dolencias y crisis
"Velemos por nuestros hermanos enfermos, hay que confortarlos, ayudarlos en lo que podamos; es preciso comprenderlos en sus dolencias, debilidades, malestares, sufrimientos y crisis, pues hemos de ver en el rostro de nuestros queridos enfermos, el rostro sufriente de Cristo bendito, pues lo que hagamos por cada uno de ellos, lo hacemos a Dios mismo.
Hay muchos enfermos, no sólo del cuerpo sino también del alma, que necesitan de nuestro amor incondicional, de nuestro consuelo, de nuestro apoyo, nuestra caridad y nuestra ferviente y entregada oración para que Dios los fortalezca y los consuelo en la adversidad de su enfermedad.
Así lo señaló el Arzobispo de San Luis Potosí, Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero, quien presidió la solemne concelebración Eucarística en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, éste Viernes 11 de Febrero, día en que se celebra la XXX Jornada Mundial del Enfermo, donde estuvo acompañado del Rector de dicho Santuario Mariano, Pbro. Domingo Tenorio Ortega y de un numeroso grupo Sacerdotes Diocesanos que se unieron a esta magna solemnidad en la que se impartió el Don de la Indulgencia Plenaria y la Unción de Enfermos a los fieles.
Indicó el jerarca:
"No hay que juzgar ni criticar a nuestros enfermos, pues nosotros en algún momento de nuestra vida, también podremos caer enfermos, y todos, pero todos, debemos estar conscientes que la enfermedad purifica, limpia, transforma, y a muchos los lleva a amar más a Cristo sufriente, Quien curó a los Enfermos y obró milagros en ellos".
- "Cristo amó a los enfermos y se compadeció de ellos, ejerció la caridad y todo su amor en ellos".
- "No podemos dejar a los enfermos a la deriva".
- A todos los que cuidan a los enfermos y velan por ellos, les dijo con profunda gratitud:
- "Gracias por ver en nuestros hermanos enfermos, el rostro viviente de Cristo bendito".
- "Gracias por su generosidad incondicional y por su gran caridad cristiana".
"El estar enfermo no es ningún pecado, ni ninguna maldición o castigo divino, no, no lo vean así. Claro está que Cristo amó tanto a los enfermos que se acercó a ellos, se compadeció y los curó de sus enfermedades y dolencias". "Curó a ciegos, sordos, leprosos, inválidos, tartamudos, y a muchos otros que estaban marginados, sin embargo fue compasivo y misericordioso con ellos, lo que nos dice que las enfermedades muchas veces son una forma de purificarnos en esta vida, de transformarnos, para después gozar de la vida eterna en un reencuentro jubiloso con Dios para siempre".
"Así hemos de ver la enfermedad, como una forma de purificación, no de castigo divino, como muchos creen que es equívocamente, y quienes curan y atienden a los enfermeros, también tienen la gloria prometida de la salvación eterna".
El Pastor agradeció el trabajo invaluable ejercido con gran profesionalismo por parte del personal médico, y les dijo que son los "Samaritanos de este tiempo".
Fue así como la Festividad se celebró de forma muy solemne y con evidente fervor en el hermoso e imponente Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, construido por Mons. Guillermo Dip Ramé, QEPD, primer Rector del bello recinto Mariano.