El agua de la ciudad de San Luis Potosí en muchas de las áreas está contaminada de manera natural por Arsénico y Flúor. Sin embargo, algunos datos de grupos universitarios estarían apuntando a que además el agua subterránea estaría siendo contaminada por fuentes superficiales como son los campos agrícolas, depósitos clandestinos de basura y por fugas en la red de drenaje.
Lo anterior lo destacó así Fernando Díaz-Barriga, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, UASLP, tras cuestionársele sobre si es de buena calidad el agua potable de San Luis Potosí y si es seguro utilizarla en las actividades diarias, al respecto hace serias recomendaciones.
“Por lo tanto, es mejor comprar agua embotellada, por ejemplo, en las purificadoras para beber y cocinar”.
A sabiendas de que estamos inmersos en una sociedad con grandes carencias económicas refiere que hay alternativas cuando no se puede comprar el agua de botella y que pueden resultar condiciones óptimas para no enfrentar algún problema.
“En caso de no ser posible esto, lo mejor sería hervir el agua antes de emplearla, esto no quitará a los contaminantes químicos o a los microplásticos, pero si eliminaría a los microorganismos como el virus de la hepatitis A”.
El experto que cuenta con Doctorado y Maestría en Biología Celular por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, ha sido uno de los investigadores que ha estado más atento a los temas de contaminación del vital líquido en San Luis Potosí.
Cabe añadir que el consumir agua potable contaminada o en mal estado, puede generar severos estragos a la salud, mismos que la ciudadanía siempre asuma responsabilidad en la higiene de sus alimentos.
El agua contaminada y el saneamiento deficiente contribuyen a la transmisión de enfermedades como el cólera, otras enfermedades diarreicas, la disentería, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y la poliomielitis.
Según información de la Organización Mundial de la Salud, OMS, debido a la ingesta inadecuada de las aguas residuales urbanas, industriales y agrícolas, cientos de millones de personas beben agua con contaminación biológica o química. Además, el agua para consumo humano, sobre todo si procede del subsuelo, puede contener productos químicos, como arsénico y fluoruros, y cantidades elevadas de otros productos químicos, como plomo, a causa de la lixiviación de tuberías de conducción.
Se calcula que cerca de un millón de personas fallecen cada año a causa de enfermedades diarreicas contraídas como resultado de la insalubridad del agua, de un saneamiento insuficiente o de una mala higiene de las manos. Sin embargo, en la mayor parte de los casos estas enfermedades se pueden prevenir, si se abordasen esos factores de riesgo, cada año se podría evitar que fallecieran unos 395 000 niños menores de cinco años.
En los lugares con poco acceso al agua potable, muchas personas pueden considerar que no hay que malgastarla lavándose las manos y, así, es más probable que se propaguen las enfermedades diarreicas y de otra índole.
Las principales enfermedades que se contraen al consumir alimentos o agua contaminados cursan con diarrea. En 2021, más de 251 millones de personas requirieron tratamiento preventivo para la esquistosomiasis, una enfermedad grave y crónica provocada por helmintos causada por la exposición a agua infestada.