- Otro de estos relatos señalan la tumba de la Familia Bustamante, donde una efigie femenina resguarda la lápida, y existen videos, donde la han visto derramar lágrimas
- Un lugar que evoca el recuerdo de los fallecidos, entre mausoleos construidos con arquitectura gótica y románica, que exponen la escultura de los maestros de este arte
En la Capital Potosina, existe un sitio de gran historia y leyenda, con largos pasillos que enmarcan el desprendimiento de toda una vida y la extinción del alma, pero que preserva solemne la memoria de los ausentes, se trata del Cementerio del Saucito.
Este lugar parece una elegía donde las palabras se han convertido en algo vivo y palpable, donde los difuntos parten en el día, para dejar ver la inmensidad lúgubre y detallista de la arquitectura distintiva de cada mausoleo, tumba, columbario y nicho.
CEMENTERIO AURORA DE SOLEMNIDAD
Este proyecto se materializó a finales del siglo XIX, a cargo del gobernador y general Carlos Díez Gutiérrez. Este cementerio es uno de los más antiguos de la entidad, en sus inicios su terreno estaba completamente vacío pero con el tiempo se fueron incluyendo espacios mortuorios, fue inaugurado el 16 de septiembre de 1889, como parte de los eventos conmemorativos de la celebración del XCVII aniversario de la Independencia de México, pero abriría sus puertas hasta el 12 de octubre de ese mismo año.
Según indica la documentación elaborada por investigadores como el Dr. David E. Vázquez Salguero e información dispuesta en el Archivo Histórico de SLP, este lote destinado para el sepulcro de los fallecidos no mide más de 500 metros de frente y un aproximado de 700 metros hacia el fondo. También se señala que su distintiva arcada fue agregada a principios del siglo XX, arquería perteneciente a la Casa de La Moneda.
Este cementerio se divide en dos partes, en la principal, la que corresponde a su frente, se encuentran fosas de primera a quinta clase, un muro las separaba de las fosas de sexta clase y las fosas comunes. En el centro, en su pasillo se inhumaban a los difuntos, y ahí es donde se encuentran los más distintivos mausoleos y tumbas de este icónico lugar.
Su imagen imponente y belleza se vislumbra en su entorno, más para aquellos buenos observadores, amantes de la escultura y la arquitectura.
Este sitio, está repleto de monumentos funerarios tallados en mármol y cantera, que exponen la maestría de los escultores originarios de El Saucito, mejor conocidos como picapedreros y marmoleros, que con su magistral trabajo perpetúan la presencia del difunto, en un espacio donde aún transitan los vivos.
La edificación de estos espacios mortuorios dependieron mucho del terreno dispuesto u otorgado a las familias, mismas que tenían libertad de elegir el tipo de lápida. Cabe señalar que estos sepulcros contienen gran cantidad de elementos ornamentales, los más destacados por su simbología son las cruces, vírgenes, ángeles, bustos, obeliscos y alas, algunos de ellos esculpidos a principios del siglo pasado.
Muchos mausoleos y tumbas, por sus elementos escultóricos también dejan entrever parte de la personalidad y hasta oficio de las personas que ahí reposan. También existen aquellas esculturas funerarias que ejemplifican algunas escenas de lamentación, algunos relieves que resaltan las virtudes del difunto, y elementos ornamentales que hacen alusión a la vida después de la muerte.
Hoy día se pueden llegar a observar algunos nichos de formas multi diversas, ejemplificaciones de cómo se ha ido transformando la visión arquitectónica y ornamental de los espacios fúnebres, una de ellas, la más peculiar y popular es la de forma de camión urbano, elaborada en honor a conductores de transporte y a niños fallecidos.
Con el pasar de los años los cantereros han dejado de elaborar de apoco el delicado y meticuloso trabajo en mármol, que es costoso y además difícil de trabajar. Actualmente la mayoría de las tumbas son sencillas, eso sí, con epitafios profundos y ceremoniosos.
MONUMENTOS FUNERARIOS, ENTRE LA MEMORIA Y LA FASTUOSIDAD
Algunos de los monumentos funerarios suntuosos, se destacan porque pertenecen a personajes ilustres de San Luis Potosí, como también a familias acaudaladas y de gran renombre, conocidas por muchos aquí en la Capital. La construcción de estos mausoleos hacen una exaltación acerca de los difuntos que ahí se encuentran, y su magnificencia enaltece la memoria de los mismos.
Muchos de ellos tratan de emular la arquitectura gótica y románica, donde incluyen hasta capillas con detalles muy específicos en mármol. Sus manillas y bajos relieves también son un ejemplo de la inspiración de determinado estilo.
También sus características repletas de simbología las hace únicas. Las columnas representan la solidez espiritual, que también evocan la salvación del creador. Las cruces que se encuentran al centro de su frente, hace alusión al pensamiento de finitud de la vida.
De los mausoleos más importantes que se encuentran situados en el Cementerio del Saucito son: Mausoleo de la Familia Verástegui, que es una capilla funeraria, edificada en mármol, cantera mosaico, vidrio y hierro.
De igual manera la cripta de la Familia Ipiña capilla diseñada por Octaviano Cabrera, un prominente ingeniero civil de la entidad. Es un espacio fastuoso, con decoraciones en mármol. Tiene una cruz, un obelisco de palma y algunos detalles en talla con gran interpretación simbólica, como el laurel que tiene un gran vínculo con la grandeza humana del hombre y las llamas del fuego, que hacen referencia a la eternidad.
Una de las más buscadas y visitadas es la de León Tessier, mismo lugar donde reposan los restos del famoso clarividente Juan del Jarro. Este espacio está construido en cantera, mosaico y hierro, en su interior resguarda un busto de León Tessier, francés radicado en San Luis Potosí. Contiene elementos ornamentales como unas coronas de flores símbolo del pensamiento religioso y filosófico. En su entrada hay dos efigies femeninas con un rostro repleto de melancolía, posturas con gran valor iconográfico y de expresividad espontánea que hacen recordar la escultura funeraria del siglo XV.
Respecto a Juan del Jarro, cuyo nombre verdadero era Juan de Dios Azíos, fue un personaje al que se le atribuyó la cualidad de predecir el futuro, mismo que falleció en el año de 1859. La viuda de Tessier, la señora Ana Mesa, gestionó en el año de 1912, el traslado de los restos de este supuesto vidente a este mausoleo. Su cuerpo yacía anteriormente en el Cementerio del Montecillo.
Por esta razón este lugar se ha hecho un sitio obligado para visitar, pues está repleto de historia y leyenda.
De las tumbas distintivas del Cementerio del Saucito por sus efigies mortuorias distintivas se encuentran la de Rosa Ardila Sánchez donde se destaca en ella una concha tallada magistralmente, símbolo de la feminidad. Le sigue la de Manuel Rodríguez Álvarez, que en su sepulcro se encuentra una hermosa escultura de un angelito, en una pose que ejemplifica una conducta de lamentación, donde la grandiosidad del escultor anuncia la tragedia que rodea la muerte de un infante.
Asimismo se destacan entre muchas, la efigie levantada sobre la lápida de José M. Grande. Estas esculturas eran elaboradas como una muestra de cariño y cuidado de los deudos hacia su familiar fallecido, con una postura de redención que abraza una cruz, símbolo de la esencia espiritual.
DE TERROR Y OTROS CUENTOS
Hablar de cementerios, siempre conlleva a rescatar la tradición oral del sitio, y el imaginario que lo rodea. El Cementerio del Saucito, está repleto de mitos y leyendas, que le dan un toque de misticidad a este lugar, ya de por sí terrorífico para cualquiera.
Una de estas historias es la de “Poleth Viridiana, la mensajera de los olvidados”, la cual relata la vida de una pequeña que a través de los sueños se manifestaba en la vida de una joven maestra potosina. Se dice que Poleth busca preservar la memoria de los difuntos y que se presenta en todo aquél que haya olvidado, visitar el sepulcro de algún familiar fallecido. También cuentan que su tumba se encuentra en la avenida principal del cementerio, un alma que funciona como mensajera y que hasta el día de hoy muchos atestiguan haber visto, como un recordatorio para no dejar en el olvido a quienes se les adelantaron en el camino.
Otro de estos relatos señalan la tumba de la Familia Bustamante, quien en su sepulcro se encuentra levantada una escultura funeraria muy distintiva. Efigie femenina elaborada en piedra, muestra un rostro cabizbajo, y a su espalda la abraza una enorme cruz. Por su manto pareciera que se trata de una madonna resguardando la lápida del fallecido. Existen videos, donde se le ha visto derramar lágrimas, tan notorias que llegan a marcar una senda de humedad en la cantera. Poco se sabe de esta pieza escultórica, únicamente se conoce que data del año de 1895, según las inscripciones de la lápida. Muchos dicen que llora la muerte de quienes se encuentran descansando en este lugar.
El Cementerio del Saucito es ciertamente un sitio donde el declinar del día parece volverse tenebroso, sin embargo, su historicidad y este vínculo tan fuerte que tiene con la muerte, lo hacen un espacio para recordar que ahí reposan con calma y paz, las personas que siguen presentes en la memoria de los vivos. Un lugar que sin duda, evoca el recuerdo de los fallecidos.
DATOS
- A FINALES DEL SIGLO XIX, se sabía de la existencia de 8 cementerios ubicados, en sus siete barrios, el de San Cristóbal del Montecillo (1793-1912), el de Nuestra Señora de los Remedios de Tequisquiapam (1833-1914), el de Santiago del Río (desaparecido en el decenio 1920-1929), dos en Santísima Trinidad o San Miguelito, uno en San Sebastián, el del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (1853-decenio 1920-1929) y el de San Juan de Guadalupe (1870-1892
- -De las tumbas famosas se encuentra la se Juan del Jarro, la lápida del gobernador Carlos Díez Gutiérrez. En su avenida principal se encuentra el sepulcro de la famosa bailarina Lila López y también en esa misma área descansan los restos del luchador social Salvador Nava.