Viejas fincas abandonadas en el corazón de El Montecillo, la mayoría sin saberse quiénes son sus propietarios, han servido de refugio para personas en situación de calle, hotel de paso para migrantes y escondite para malvivientes, lo que mantiene intranquilos a los vecinos de ese barrio, la mayoría de ellos personas adultas mayores.
Habitantes de la zona solicitan la intervención de alguna autoridad al reportar que a cualquier hora del día, pero sobre todo en horario nocturno, ocurren atracos a transeúntes o a usuarios del transporte urbano, que esperan el paso del camión en la mal iluminada zona de transferencia y que, después de sus fechorías, se ocultan en esos inmuebles, muchos de ellos a punto de colapso.
Los inmuebles deteriorados o en ruinas y que son fácilmente invadidos son visibles sobre la calle Chicosein, entre Manuel José Othón y hasta Insurgentes; pero también en calles aledañas como Guadalupe Victoria u Otahegui; también sobre la avenida 20 de noviembre, y el cruce de la misma con Reforma, entre otras.
La denuncia no es nueva, y saben que el argumento de las autoridades es que no pueden intervenir por tratarse de inmuebles privados y que se requiere la autorización de sus propietarios para incursionar en ellos y desalojar a los invasores, al menos piden que sean cercados para que ya no sean ocupados.
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De acuerdo con el reporte derivado de un recorrido realizado por El Sol de San Luis, otro problema es que esas fincas se han convertido en foco de infección porque personas en situación de calle acumulan basura y desperdicios para pepenarlos; sustraen el material que puede comercializarse y abandonan los desechos inservibles que, casi siempre, con incinerados con peligro de que el fuego se propague.
En época de calor sufren por plaga de moscas y ya comienzan a batallar por la presencia de ratas “de gran tamaño”; no es cómodo vivir en la zona, y menos aquellos vecinos cuyas fincas colindan con aquellas abandonadas.
Explicaron que personal de Protección Civil Municipal ha acudido a revisar por fuera algunas fincas, en algunas se han colocado simples cintas de precaución para prevenir de daños en su estructura, pero eso no ahuyenta a malvivientes o personas en situación de calle que los ocupan.