Niños con zapatos perfectamente boleados, niñas con peinado impecable y moño blanco, todas y todos con uniforme limpio como nunca además de bien planchado; el evento cívico del 24 de febrero, Día de la Bandera, no amerita menos.
Antes de las 10 de la mañana cientos de alumnos se encontraban listos y en posición para el ensayo previo a la ceremonia de izamiento y juramento al lábaro patrio.
En la plancha de la Plaza Fundadores, a una sola voz se recitó la loa “bandera de México, legado de nuestros héroes, símbolo de la unidad de nuestros padres y nuestros hermanos; hoy prometemos ser siempre fieles a los principios de libertad y de justicia, qué hacen de nuestra patria, una nación independiente, humana y generosa a la que entregamos nuestra existencia”.
La emoción de las madres y los padres que en los alrededores de plaza veían a lo lejos a sus pequeños, era innegable; la banda de guerra de la Cuarta Región de la Doceava Zona Militar, así como las voces del coro de Gobierno del Estado, dieron especial realce al evento.
Este sábado, cientos de niñas y niños de primaria realizaron el juramento a la bandera en San Luis Potosí, organizado por la Secretaría de Educación de Gobierno del Estado, como se hizo en todo México para recordar la fecha establecida el 24 de febrero de 1934 y oficialmente reconocida en 1940 por decreto del presidente Lázaro Cárdenas.
Desde la bandera trigarante en franjas diagonales hasta la de nuestros días, los colores de la bandera representan los derechos y garantías de los mexicanos, explicaba el maestro de ceremonias desde el presídium, con la intención de mantener la atención de los menores, que a la menor provocación se distraen.
Hace tiempo que al águila se le quitó la corona imperial y se agregaron los símbolos republicanos de las ramas de laurel y encino, añadió, con la llegada de Benito Juárez a la presidencia del país se cambió el significado de sus colores a verde: esperanza; blanco: unidad y rojo: la sangre de los héroes nacionales ¿lo sabían?
Los comensales de los restaurantes ubicados en las inmediaciones de la plaza, así como desde los arcos Ipiña, pudieron disfrutar de su café y su desayuno viendo el colorido evento, siguieron atentos los movimientos de los niños y de las fuerzas castrenses, que se combinaron para honrar al más querido de nuestros símbolos patrios.
Botellas de agua se entregaban al por mayor para evitar la deshidratación de los presentes, jugos y galletas ricos en azúcar para los medio desmayados, no faltó la niña que sufrió una hemorragia nasal, sin que esto pasara a mayores, y que de inmediato fue atendida por el atento personal de la Coordinación Estatal de Protección Civil.
Sin contratiempos, bajo la misma velaría que se ha utilizó para los magnos eventos realizados recientemente en la citada explanada, concluyó la ceremonia con la alegría natural de cada uno de los pequeños asistentes.