A un año del intento de la dirección general de SeguridadPública Municipal por controlar y, sobre todo, por poner un alto alos abusos de lavacoches, la gran mayoría de éstos dejaron departicipar en el programa: Pocos, de los más de 300 que seregistraron, utilizan los chalecos distintivos y la mayoría sigueapartando espacios de estacionamiento y aplicando exageradoscobros.
Al principio, algún usuario podía identificar al“franelero” por el número que aparecía en su chaleco oficial,pero hoy de nueva cuenta pululan los lavadores de vehículos,dentro y fuera del centro de la ciudad, que no portan ningúndistintivo.
Hace exactamente un año, en julio de 2016, el director de laPolicía Vial, Leobardo Aguilar Orihuela, anunció con bombo yplatillo el “programa de ordenamiento para la práctica de lavadode vehículos en la vía pública”, se dotó a los lavacoches deun chaleco fluorescente con un número, y se les invitó aparticipar en cursos de capacitación en “educación vial ycivismo”.
A la par, se les prohibió ejercer su oficio en ciertas áreas,debido a las constantes quejas de vecinos, comerciantes yautomovilistas por altos cobros, por el apartado de espacios osimplemente por escandalizar; actualmente, los espacios de loslavacoches se han extendido más allá del primer cuadro, sincontrol alguno.
Ante la problemática que entonces representó el quitar de“sus” lugares a algunos lavacoches, la dirección de RespuestaCiudadana del Ayuntamiento de la Capital, también hizo lo suyo ylogró colocar a varios de ellos en empleos formales, la mayoríaen empresas de la Zona Industrial. Se ignora si se les daseguimiento, es decir, si continúan como obreros, o regresaron altrabajo informal.
Aunque Aguilar Orihuela ha insistido en que, en caso de algúnabuso por parte de un lavacoches, se debe reportar de inmediato, almomento no existe un número telefónico al que se puedaacudir.
Los lavacoches que incurren en faltas son amonestados con baseal Bando de Policía y Buen Gobierno en la mayoría de lasveces.