El oficio del “pollero”, es milenario, un trabajo mayormente realizado por hombres, en el icónico Mercado Hidalgo, de la Capital, donde los típicos gritos del “pásele güerita” o el “qué le ponemos don”, invitan a su clientela a visitar a su carnicero de preferencia. Pero de entre todos ellos, una luz femenina se destaca, mercadea su producto como ninguna otra persona, donde su carisma y cordialidad la distinguen, ella es Erika Jaquelyn Marcial Cristóbal, de 16 años de edad, quien actualmente despacha a gran variedad de personas, en un negocio familiar que tiene 25 años de tradición, la “Pollería el Buen Gusto”.
Erika inocente y con un gran ánimo, platicó para El Sol de San Luis en qué consiste su trabajo, pero sobre todo compartió qué significancia tiene para ella ser mujer, joven trabajadora y estudiante, en un mundo que día a día obstaculiza a las mujeres, el forjarse un futuro propio y prometedor.
Como buena carnicera, con machete en mano, se le observó cortando las piezas de un pollo, para después pesarlas y despellejarlas según lo que indicaba cada comprador. Su despacho a la clientela es afectuoso, siempre con una sonrisa que no se esfuma de su rostro. “Desde los ocho años, comencé a ayudarle a mi mamá en este negocio familiar, soy la tercera generación que ha decidido continuar con este oficio, y actualmente como mi madre se divide en otras labores, yo soy la que vengo a hacerme cargo de la pollería. Para mi laborar aquí, requiere cierto grado de responsabilidad, donde trato seguir el ejemplo de mi familia”, señaló Érika.
Mientras tomaba un martillo especial para aplastar una pechuga de pollo, que se convertiría en una deliciosa milanesa, Erika expresó con orgullo que “A mi me enseñaron hacer esto desde muy pequeña, empece limpiando menudencia en el mercado “República”, ya después de ahí mi mamá me enseñó a partir el pollo, para posteriormente aprender sola, observando, a sacar filete, milanesas, y todo el servicio que ofrecemos aquí. Y como todo, al inicio me causaba poquita repulsión agarrar los pollos, pero me fui acostumbrando, y heme aquí, disfrutando de este gran oficio”.
Jaquelyn es la única mujer joven de su familia que continúa dedicándose enteramente a este trabajo. Su rutina comienza desde las nueve de la mañana, cuando tiene que recibir a su proveedor las cajas que contienen los pollos, arregla su espacio mostrando lo mejor de la mercancía, la cual dispone en una tradicional vitrina, para que sus consumidores hombres y mujeres, elijan sabiamente qué pieza llevarse a casa. En el transcurrir del día, puede llegar a vender un total de 15 a 20 pollos o partes de estos, aunque mencionó que actualmente, es poca la venta registrada en este rubro. Sus actividades diarias se terminan en punto de las ocho de la noche, donde su mamá Érika Marcial, suele llegar por ella y acompañarla en las últimas horas de trabajo.
A pesar de su corta edad, Erika posee una sabiduría y madurez única, que la hacen tomar decisiones inteligentes respecto a su futuro y economía. Con las entradas de dinero que obtiene de la venta, Jaquelyn decidió invertirlo concienzudamente en una carrera de estilismo, la cual estudia a la par de sus actividades laborales, “Yo me pago la escuela de belleza y la comida, es parte de las responsabilidades de las que yo quise hacerme cargo. Me encanta el estilismo y la belleza, me llama mucho la atención maquillarme y alistar a otras mujeres, quiero hacer de este estudio también un oficio que planeo llevar conjuntamente con mi trabajo aquí en la pollería”, manifestó con orgullo.
Construirse una vereda profesional como mujer adolescente es algo muy importante para Erika, “Para mi desarrollarme y tener estas experiencias de vida, es algo muy gratificante, tengo dos hermanitos pequeños y me gustaría que me vieran como un ejemplo, porque a mi siempre me ha gustado trabajar y gracias a ello hemos podido salir adelante”, puntualizó.
Además consciente, meditó acerca de las adversidades que comúnmente se ha tenido que enfrentar en esta sociedad cruenta y carente de oportunidades para las mujeres, “He aprendido con el tiempo, y con el fiel ejemplo de mi madre, que una siempre tiene que salir adelante, con o sin la ayuda de alguien. Yo siempre he buscado la manera de conseguir lo que quiero, y no hablo de lo económico ni de posesiones, me refiero a las metas que me he dispuesto en la vida. Desde la edad de cinco años eso me quedó muy claro, y por supuesto siempre teniendo la fiel disposición de ayudar a mi madre a que salgamos adelante, aunque sea con 20 pesos, o tratando de ayudar en a casa, pero siempre juntas, siempre unidas”, finalizó.