"En albergues no somos dueños de nada, aquí cuido a mis perros": Indigentes

Personas en situación de calle nos cuentan porque rechazan la ayuda que les brinda el gobierno para darles cobijo durante esta temporada

Emanuel Landeros | El Sol de San Luis

  · sábado 18 de diciembre de 2021

Juanita Olivo | El Sol de San Luis

“En un albergue no somos dueños de nada, en la calle siempre hay algo para nosotros”; “los refugios son una cárcel con puertas abiertas, una jaula de oro”; “aquí cuido a mis perros, no puedo irme y abandonarlos”.

Estas son algunas de las respuestas y argumentos que personas en situación de calle expresan para no aceptar la ayuda que les brinda el gobierno para darles cobijo durante esta temporada.

Renuentes a ser entrevistados, de manera huraña y seca, algunas personas calificadas como indigentes o vagabundos dieron respuesta al cuestionamiento de cómo es que si no tienen un hogar, y pernoctan en bancas o bajo las cornisas en plena calle, se rehúsan a que los trasladen a un lugar cálido y con comida.

En entrevista, disfrazada de charla casual, fueron tan diversas las respuestas, como los motivos que los orillaron a vivir de esta manera; una de las principales razones es la libertad de ir a donde decidan y “trabajar” de algún modo para allegarse de apenas lo más básico para sobrevivir.

“Yo vivo de la basura, aquí recojo cartón, latas y mucha otras cosas que encuentro y puedo vender para sobrevivir, si me voy a un albergue no soy dueño de nada, aquí soy dueño de todo lo que encuentre”, presumió “Rogelio”, quien vive rondando las calles del primer cuadro de la ciudad capital.

Otra de las circunstancias que los hace vivir sin un techo es la libertad, de acuerdo a las respuestas de “Irene”, quien dijo que “ahí me siento como en una jaula de oro, que no deja de ser jaula, se agradece la ayuda pero a veces preferimos estar aquí, donde no nos aburrimos, allá sí porque no hay nada que hacer”.

Finalmente, la pepena se ve ligada a otro tema, el cuidado de una familia perruna, Juana advirtió que, desde que se dedica a recoger cartón en la vía pública, “los perros son mi compañía, nos cuidamos, ellos me cuidan y yo los cuido, no puedo irme y abandonarlos, porque ahí ni me dejan llevarlos ni creo que ellos quieran ir”.

Así, sus respuestas pueden sonar igual de extrañas y enigmáticas, como las razones que tienen para vivir en la calle y seguir viviendo “con el cielo como cobija”.