Marco Antonio Ramírez Amaya es “El Toques” del Centro Histórico de San Luis Potosí…
De cantina en cantina, desde los siete años, Marco Antonio, se dedica a vender “choques eléctricos”… relató a El Sol de San Luis, que nunca le gustó el estudio, y en 2° de primaria dejó la escuela y aprendió este oficio al que en vida se dedicaba su padre.
Hoy, a sus 38 años de edad, después de tres décadas “El Toques” continúa divirtiendo a los clientes de los bares del centro de la Capital potosina, que a cambio de 20 pesos, reciben descargas de 80 a 120 voltios, desde las cajas eléctricas que él mismo fabricó.
El sistema de choques es guardado dentro de figuras animadas como el Señor cara de papa, Olaf, Sherk y Minion, “así llamo más la atención y consigo más personas que se atreven a agarrar las placas de metal”.
“Trato de pasarla bien, y hacer con gusto mi trabajo, echarle ganas para convivir con gente y hacerles pasar un buen rato, y sacar para sobrevivir, y llegar el sustento a mi casa, me gusta mucho lo que hago”.
“Nunca pase de 2° de primaria”, dijo entre risas durante la entrevista… por lo que desde muy pequeño y al ver su indiferencia por el estudio, su padre, Don Benjamín, le enseñó el oficio de los toques.
Inició cuando apenas alcanzaba las barras de las cantinas; tenía escasos siete años… su padre lo mandaba a la zona de pulquerías de San Ángel, atrás de la iglesia del Saucito, en esta ciudad, en donde los propietarios de los negocios ya lo esperaban con una “suculenta tostada de ceviche”.
Desde muy pequeño recorrió parte del país junto a su mentor; él y Don Benjamín, vendían sus toques en los palenques y ferias a lo largo y ancho de la República. Desde Ciudad Juárez hasta Aguascalientes.
Recordó que cuando tenía 10 años, acudió a la ciudad de Monterrey, a un evento de luchadores; Heavy Metal, Octagón, La Parca, El Santo, y “otros de aquella época”, eran amantes de agarrar las placas.
Antes de iniciar su turno, Marco, revisa que el aparato funcione a la perfección. Por fortuna, dijo, nunca ha tenido ningún accidente con los clientes, que en la actualidad, dijo, la mayoría son mujeres; “ahora tienen más pantalones”.
Sin embargo, él sí ha estado al borde la muerte… “Una vez que quedé yo pegado ahí por la calle Allende, acababa de llegaba de llegar de mi casa al Centro y nunca me fije que el volumen estaba en todo, y lo calé, y me quedé pegado, sentí el choque directo en el corazón y dije, ya que me llevó la tristeza”.
De 3 de la tarde a 10 de la noche, Marco Antonio recorre los bares y cantinas del Centro Histórico en busca de “arriesgados” que se atrevan a demostrar “su hombría”, al soportar un “toque de El Toques”.