/ sábado 30 de julio de 2022

Ganador del premio de periodismo: El "Lila López" de los poetas del cuerpo, de los privilegiados, el de todos

El “Lila López” de los poetas del cuerpo, de los que se esfuerzan por poner en alto el nombre de la danza contemporánea, el de los desnudos, pero también el de la protesta, el de la denuncia, el de la crítica social, y el de la resiliencia; regresó a pesar de la sombra del Coronavirus. Y lo hizo en grande, con la representación de los asuntos que afectan a nuestro país, como el de las desapariciones forzadas, la violencia de género, falsas masculinidades, inseguridad, migración, la guerra y la censura hacia la libertad de expresión.

En la edición 42 del Festival Internacional de Danza Contemporánea “Lila López”, con alta destreza en el escenario, hombres y mujeres corroboraron que las bellas artes siempre han fungido como un catalizador de emociones de la sociedad, pero también que son el apoyo para concebir estrategias que sacan a muchos de ese silencio ensordecedor en que los han hundido, los enemigos del país.

Los creativos vestuarios, la correcta iluminación, grandes escenarios, las precisas coreografías, acompañaban a esos esculturales cuerpos que canalizaban su energía en la danza para exponer temas coyunturales como lo hicieron los bailarines de casa, “Proyecto coyote”, que haciendo honor al fallecido maestro Arturo Garrido quisieron concientizar sobre las más de cien mil desapariciones forzadas que al mes de mayo de este año, se habían registrado en México en total impunidad.

Los que conocieron al coreógrafo fundador de esta Compañía saben perfectamente que una de sus características en escena, siempre fue que sus coreografías tenían un alto sentido político y denunciativo, así que sus bailarines, aprovecharon la tercera tragedia de Sófocles “Antígona” para hacer entender al público, el fuerte problema de las desapariciones que están dejando a miles de familias rotas “es un poco creemos, de la gente que tiene perdidos a sus hijos, a sus familiares, es un poco de la desesperación que tiene Antígona de darle sepultura a su hermano, es la misma desesperación de estas madres para encontrarlos y darles su lugar”, narra la bailarina Eréndira Rodríguez.

Se revolvían las tripas de escuchar las hélices de un helicóptero que buscaba a las mujeres desaparecidas y la detonación de ráfagas de proyectiles que servían para acompañar los finos movimientos que nos remitían a los reclamos internos que generaban una tremenda desolación al reflexionar, que la autoridad nos ha fallado, porque no las encuentran, ni vivas ni muertas.

En sus energéticos bailes, veíamos de fondo, la crueldad humana que permite el poder, nos evocaron a esas imágenes donde Felipe Calderón, expresidente de México, anunciaba la guerra contra el narcotráfico, y el drama humano que dejó a su paso, esta fallida estrategia de seguridad que propició 250 mil muertos del 2006 al 2012.

Con sus vuelos, cargadas, saltos y delicados pasos, también recordaron al rostro de la migración Centroamericana en tránsito por México, la de esas caravanas que buscaban cruzar hacia Estados Unidos de América contra viento y marea, las del éxodo humano de 2018.

Otros que sacaron la casta por aquellos que no tienen voz, fueron los integrantes de Delfos Danza Contemporánea de Sinaloa, que sorprendieron no sólo por su magistral desempeño en escena, sino porque también revelaron la censura, el quebranto a la libertad de expresión, los periodicidios, el feminicidio.

Cinco bailarinas lo arriesgaron todo con “Vientos de Cambio”, hacían lo suyo con un parche en la boca que en medio tenía una cruz negra, para representar la represión a la que el ser humano está siendo sujeto desde diversas trincheras, pero también dejaron claro que cualquiera puede salir de esas eventualidades, siempre y cuando saquemos desde las profundidades del ser, la fuerza necesaria, la valentía y la sabiduría.

“La represión está por encima de la empatía, estamos en un momento en el que las mujeres debemos ser solidarias con nosotras mismas, levantándonos, debemos ser empáticas, ayudándonos, defendiéndonos, pues nos toca, no puedes despegarte, necesariamente la danza, hace que te conectes, no nada más con lo que te sucede a ti, sino con el entorno. Es como tocar una memoria colectiva, es tener una postura de jalar, es un basta a los feminicidios, a las voces silenciadas. Uno sugiere, eso es lo increíble de las artes escénicas que uno sugiere y el espectador debe actuar”, explica Xitlali Piña Puyol, reconocida bailarina y coreógrafa.

Las masculinidades también se plantearon en este festival que es de todos. Luis Neri, bailarín del Centro de Producción de Danza Contemporánea de la Ciudad de México, CEPRODAC, quiere que la sociedad replantee la figura rígida del hombre en el entorno social, por eso crearon “Oriones, Radiografía”.

En un México en el que todavía prevalece el machismo, los 19 bailarines de la compañía, esperan concientizar y modificar la percepción que se tiene de los varones “hay que quitar esa capa súper fuerte y ese deber ser, que está dibujado invisiblemente de que el hombre tiene que ser fuerte todo el tiempo, tiene que sostener todo el tiempo, como quitarle esa parte del machismo, toda esa capa súper densa y fuerte que quizá tiene un hombre”.

Las 20 presentaciones dancísticas que vimos de Colombia, Israel, Brasil y México, entregaron todo, y los aplausos y ovaciones que se llevaron diariamente lo demostraron. Hoy, el legado de la maestra Lila López continúa en las manos de las autoridades, su familia y el público.

Para muchos, asistir a este evento, es todo un privilegio, porque se trata de un festival con alta calidad internacional, los bailarines lo ven como un fuerte compromiso de expresión y de llevar el mensaje de resiliencia.

Al paso del tiempo, la maestra de danza del Instituto Potosino de Bellas Artes, IPBA, Carmen Alvarado Moreno, quien fuera copartícipe en la creación de este festival, menciona que este tipo de actividades culturales no deben perderse, porque la danza, como cualquiera de las otras artes, es parte de la vida “nos da tranquilidad en el alma”.

Este festival, se ideó en un inicio, para que toda la gente tuviera acceso a la danza “porque es parte de la vida, de la alegría del movimiento y se pensaba que en la provincia estaba la mata de los mejores bailarines y de ahí, se dio oportunidad para que muchos gozaran de lo que desde el vientre sabemos hacer, que es bailar, hay que estimular y atraer a la audiencia a la belleza del movimiento corporal, para gozar la libertad a todo”. Esos objetivos que se veían lejanos, hoy son una realidad, pues esta fiesta del movimiento, reconocida primero por los griegos como un arte, hoy desvanece cualquier clasismo u origen social. Nos aproxima, nos hermana.

Raúl Gamboa López, hijo de la maestra “Lila López”, recordó que la trayectoria de más de cuatro décadas de este evento, lo hace el festival de danza más antiguo de toda América, porque da espacio y lugar a todos “es un legado de todos. El “Lila López”, permite a los potosinos ver toda la danza que hay en Latinoamérica, en Europa, en lugares lejanos, nadie más tiene esta oportunidad en el continente, somos privilegiados de tenerlo”.

Cuidar y vigilar el legado de esta artista mexicana depende de todos, hoy otro de sus hijos, Antonio de Rabinal Gamboa López, es Director de Fomento Cultural y Artístico de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí, y desde su trinchera promete ser uno de los principales defensores de la historia cultural de los potosinos, pues asegura que la importancia de este evento, no radica en la cartelera o la exposición que se tenga, sino en generar la convivencia, formar públicos, gestores, creadores y hasta periodistas culturales.

“Siempre lo he hecho, he defendido al festival, siempre he estado cercano pero es la primera vez que apoyo al gobierno, pero de aquí para adelante”.

Cómo no creerle, cuando se recuerda que su madre es la fundadora de este evento masivo, pero además porque de alguna manera también es suyo, de su hermano Raúl, ya que como hijos sacrificaron horas familiares para que su progenitora pudiera acercar la danza indigenista y contemporánea a cualquier rincón de este Estado y luego del mundo.

Fueron dos años en que este Festival se desarrolló de manera virtual debido a la invasión del Covid-19 y hoy la titular de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado, Elizabeth Torres, considera que ha sido un reto poder recuperarlo en la modalidad presencial, sin embargo saber que es un semillero de artistas locales, nacionales e internacionales, sirve de aliciente para seguir apostándole a la danza “hoy es un día grande, porque estamos defendiendo el legado, este festival trasciende internacionalmente”.

El “Lila López”, cumplió su objetivo, entretener y embelesar a su público, pero también sirvió para que los artistas locales se armaran de valor y desde el glorioso Teatro de la Paz exigieran en la voz de la coreógrafa Alejandra Mendoza, el reconocimiento de las autoridades locales y de la misma sociedad, demandando Seguridad Social, Pensiones, Salarios dignos para los artistas, porque ellos que nos trajeron felicidad durante una semana, no callaron que tampoco tienen las mejores condiciones laborales. Hoy la expresión, el baile, la creación y emotividad, dejaron a todos con apetito, con ganas de más, de más “Lila López”.

¿Qué más ha pasado en San Luis Potosí? entérate aquí

El “Lila López” de los poetas del cuerpo, de los que se esfuerzan por poner en alto el nombre de la danza contemporánea, el de los desnudos, pero también el de la protesta, el de la denuncia, el de la crítica social, y el de la resiliencia; regresó a pesar de la sombra del Coronavirus. Y lo hizo en grande, con la representación de los asuntos que afectan a nuestro país, como el de las desapariciones forzadas, la violencia de género, falsas masculinidades, inseguridad, migración, la guerra y la censura hacia la libertad de expresión.

En la edición 42 del Festival Internacional de Danza Contemporánea “Lila López”, con alta destreza en el escenario, hombres y mujeres corroboraron que las bellas artes siempre han fungido como un catalizador de emociones de la sociedad, pero también que son el apoyo para concebir estrategias que sacan a muchos de ese silencio ensordecedor en que los han hundido, los enemigos del país.

Los creativos vestuarios, la correcta iluminación, grandes escenarios, las precisas coreografías, acompañaban a esos esculturales cuerpos que canalizaban su energía en la danza para exponer temas coyunturales como lo hicieron los bailarines de casa, “Proyecto coyote”, que haciendo honor al fallecido maestro Arturo Garrido quisieron concientizar sobre las más de cien mil desapariciones forzadas que al mes de mayo de este año, se habían registrado en México en total impunidad.

Los que conocieron al coreógrafo fundador de esta Compañía saben perfectamente que una de sus características en escena, siempre fue que sus coreografías tenían un alto sentido político y denunciativo, así que sus bailarines, aprovecharon la tercera tragedia de Sófocles “Antígona” para hacer entender al público, el fuerte problema de las desapariciones que están dejando a miles de familias rotas “es un poco creemos, de la gente que tiene perdidos a sus hijos, a sus familiares, es un poco de la desesperación que tiene Antígona de darle sepultura a su hermano, es la misma desesperación de estas madres para encontrarlos y darles su lugar”, narra la bailarina Eréndira Rodríguez.

Se revolvían las tripas de escuchar las hélices de un helicóptero que buscaba a las mujeres desaparecidas y la detonación de ráfagas de proyectiles que servían para acompañar los finos movimientos que nos remitían a los reclamos internos que generaban una tremenda desolación al reflexionar, que la autoridad nos ha fallado, porque no las encuentran, ni vivas ni muertas.

En sus energéticos bailes, veíamos de fondo, la crueldad humana que permite el poder, nos evocaron a esas imágenes donde Felipe Calderón, expresidente de México, anunciaba la guerra contra el narcotráfico, y el drama humano que dejó a su paso, esta fallida estrategia de seguridad que propició 250 mil muertos del 2006 al 2012.

Con sus vuelos, cargadas, saltos y delicados pasos, también recordaron al rostro de la migración Centroamericana en tránsito por México, la de esas caravanas que buscaban cruzar hacia Estados Unidos de América contra viento y marea, las del éxodo humano de 2018.

Otros que sacaron la casta por aquellos que no tienen voz, fueron los integrantes de Delfos Danza Contemporánea de Sinaloa, que sorprendieron no sólo por su magistral desempeño en escena, sino porque también revelaron la censura, el quebranto a la libertad de expresión, los periodicidios, el feminicidio.

Cinco bailarinas lo arriesgaron todo con “Vientos de Cambio”, hacían lo suyo con un parche en la boca que en medio tenía una cruz negra, para representar la represión a la que el ser humano está siendo sujeto desde diversas trincheras, pero también dejaron claro que cualquiera puede salir de esas eventualidades, siempre y cuando saquemos desde las profundidades del ser, la fuerza necesaria, la valentía y la sabiduría.

“La represión está por encima de la empatía, estamos en un momento en el que las mujeres debemos ser solidarias con nosotras mismas, levantándonos, debemos ser empáticas, ayudándonos, defendiéndonos, pues nos toca, no puedes despegarte, necesariamente la danza, hace que te conectes, no nada más con lo que te sucede a ti, sino con el entorno. Es como tocar una memoria colectiva, es tener una postura de jalar, es un basta a los feminicidios, a las voces silenciadas. Uno sugiere, eso es lo increíble de las artes escénicas que uno sugiere y el espectador debe actuar”, explica Xitlali Piña Puyol, reconocida bailarina y coreógrafa.

Las masculinidades también se plantearon en este festival que es de todos. Luis Neri, bailarín del Centro de Producción de Danza Contemporánea de la Ciudad de México, CEPRODAC, quiere que la sociedad replantee la figura rígida del hombre en el entorno social, por eso crearon “Oriones, Radiografía”.

En un México en el que todavía prevalece el machismo, los 19 bailarines de la compañía, esperan concientizar y modificar la percepción que se tiene de los varones “hay que quitar esa capa súper fuerte y ese deber ser, que está dibujado invisiblemente de que el hombre tiene que ser fuerte todo el tiempo, tiene que sostener todo el tiempo, como quitarle esa parte del machismo, toda esa capa súper densa y fuerte que quizá tiene un hombre”.

Las 20 presentaciones dancísticas que vimos de Colombia, Israel, Brasil y México, entregaron todo, y los aplausos y ovaciones que se llevaron diariamente lo demostraron. Hoy, el legado de la maestra Lila López continúa en las manos de las autoridades, su familia y el público.

Para muchos, asistir a este evento, es todo un privilegio, porque se trata de un festival con alta calidad internacional, los bailarines lo ven como un fuerte compromiso de expresión y de llevar el mensaje de resiliencia.

Al paso del tiempo, la maestra de danza del Instituto Potosino de Bellas Artes, IPBA, Carmen Alvarado Moreno, quien fuera copartícipe en la creación de este festival, menciona que este tipo de actividades culturales no deben perderse, porque la danza, como cualquiera de las otras artes, es parte de la vida “nos da tranquilidad en el alma”.

Este festival, se ideó en un inicio, para que toda la gente tuviera acceso a la danza “porque es parte de la vida, de la alegría del movimiento y se pensaba que en la provincia estaba la mata de los mejores bailarines y de ahí, se dio oportunidad para que muchos gozaran de lo que desde el vientre sabemos hacer, que es bailar, hay que estimular y atraer a la audiencia a la belleza del movimiento corporal, para gozar la libertad a todo”. Esos objetivos que se veían lejanos, hoy son una realidad, pues esta fiesta del movimiento, reconocida primero por los griegos como un arte, hoy desvanece cualquier clasismo u origen social. Nos aproxima, nos hermana.

Raúl Gamboa López, hijo de la maestra “Lila López”, recordó que la trayectoria de más de cuatro décadas de este evento, lo hace el festival de danza más antiguo de toda América, porque da espacio y lugar a todos “es un legado de todos. El “Lila López”, permite a los potosinos ver toda la danza que hay en Latinoamérica, en Europa, en lugares lejanos, nadie más tiene esta oportunidad en el continente, somos privilegiados de tenerlo”.

Cuidar y vigilar el legado de esta artista mexicana depende de todos, hoy otro de sus hijos, Antonio de Rabinal Gamboa López, es Director de Fomento Cultural y Artístico de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí, y desde su trinchera promete ser uno de los principales defensores de la historia cultural de los potosinos, pues asegura que la importancia de este evento, no radica en la cartelera o la exposición que se tenga, sino en generar la convivencia, formar públicos, gestores, creadores y hasta periodistas culturales.

“Siempre lo he hecho, he defendido al festival, siempre he estado cercano pero es la primera vez que apoyo al gobierno, pero de aquí para adelante”.

Cómo no creerle, cuando se recuerda que su madre es la fundadora de este evento masivo, pero además porque de alguna manera también es suyo, de su hermano Raúl, ya que como hijos sacrificaron horas familiares para que su progenitora pudiera acercar la danza indigenista y contemporánea a cualquier rincón de este Estado y luego del mundo.

Fueron dos años en que este Festival se desarrolló de manera virtual debido a la invasión del Covid-19 y hoy la titular de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado, Elizabeth Torres, considera que ha sido un reto poder recuperarlo en la modalidad presencial, sin embargo saber que es un semillero de artistas locales, nacionales e internacionales, sirve de aliciente para seguir apostándole a la danza “hoy es un día grande, porque estamos defendiendo el legado, este festival trasciende internacionalmente”.

El “Lila López”, cumplió su objetivo, entretener y embelesar a su público, pero también sirvió para que los artistas locales se armaran de valor y desde el glorioso Teatro de la Paz exigieran en la voz de la coreógrafa Alejandra Mendoza, el reconocimiento de las autoridades locales y de la misma sociedad, demandando Seguridad Social, Pensiones, Salarios dignos para los artistas, porque ellos que nos trajeron felicidad durante una semana, no callaron que tampoco tienen las mejores condiciones laborales. Hoy la expresión, el baile, la creación y emotividad, dejaron a todos con apetito, con ganas de más, de más “Lila López”.

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