El duelo que atraviesa una persona tras el deceso de un ser querido no debe sobrepasar de más de dos años, lo que es considerado como un lapso normal; de lo contrario, se convierte en un “duelo patológico” que requeriría de ayuda profesional, hizo saber la reconocida maestra tanatóloga, María Isabel Valentina Ríos Olivera.
En conferencia denominada “Mi fortaleza es tu recuerdo”, que impartió a asistentes al cementerio de Valle de Los Cedros este jueves 2 de noviembre, Ríos Olvera reconoció que el apego a un ser querido que ya no está es difícil de soltar, pero refirió que se le debe recordar no de una forma dolorosa, sino el ver sus pertenencias y que generen y hagan sentir amor, tranquilidad.
Recomendó hacerse de una libreta o diario y “escribir para soltar”; explicó que en esos escritos se pueden relatar la historia, las anécdotas o la herencia emocional que dejó el ser querido. “Tu recuerdo es mi fortaleza”, hizo saber a los asistentes.
La maestra tanatóloga, ha definido que la tanatología no es solo para acompañar lo relacionado con la muerte, como por ejemplo, acompañar al moribundo, a quien se le ha diagnosticado una enfermedad sin cura, a la familia que vive un duelo anticipado.
“No, no solo ahí intervengo como tanatóloga, también en donde hay una pérdida, cualquiera que sea, porque por insignificante que parezca, produce un duelo, un gran dolor y debe ser asistido”.
Recomienda dar un tiempo para vivir un duelo y soltar poco a poco, permitir que las cosas fluyan en la vida de la persona. “Tendrás más independencia y menos peso en la mochila que llevarás al final del camino…”.
En este sentido, durante la conferencia citó que es importante vivir el duelo, pero no más allá de año y medio o dos como máximo; si es mayor, ya se vuelve patológico y requiere de la intervención de profesionales, como psicólogos o tanatólogos. “Con la aceptación, el dolor irá disminuyendo…”, expresó.
Ríos Olvera, quien también es licenciada en enfermería, reconoció también que a nadie quiere recibir una noticia trágica relacionada con un ser querido, pero sucede; también hay que saber amar y perdonar y crecer como personas resilientes. “No creo que a nuestro seres que se han ido les guste que nos quedemos sufriendo y flagelándonos…”.
Consideró que la muerte debe tomarse como algo reconfortante, e incluso festejarla como es la tradición de los mexicanos. “Vestirnos de negro es una señal de respeto, pero por qué no nos vestimos de colores, como en estos días –de conmemoración a los difuntos- que hay tanto colorido en los panteones, en los altares de muertos, en el papel picado, que hay fiesta, que hay espectáculos”.