En la capital, cercano a la localidad de Mesa de los Conejos se encuentra un taller muy peculiar dedicado al arte en cuero, mejor conocido como la Guanicionería Hernández.
Don Abraham Serna de 45 años de edad, y quien es propietario de este espacio, se dedica al curtido y a la elaboración de artesanías de cuero vacuno desde hace más de 20 años, donde aprendió la compleja labor de elaborar marroquinería y talabartería para grandes fincas ganaderas de la entidad.
Este hombre de rancho, -como se autodefine-, inició en el oficio gracias a las enseñanzas que le otorgó su abuelo Jesús Hernández, quien se dedicaba a realizar monturas y que además al mismo tiempo trabajaba como peón en una ranchería de la entidad.
“Este oficio lo aprendí, del mejor maestro que fue mi Abuelo. Trabajar el cuero de animales, parece fácil, pero es un trabajo que requiere mucho conocimiento y destreza. Nosotros tenemos ya más de 75 años haciendo monturas, correajes, carteras, cinturones y fundas de todo tipo a partir de nuestra materia prima que es el cuero”.
“Mi abuelo fue ayudante de un talabartero, y ahí se enseñó. Muchos años elaboró diferentes piezas artesanales para la familia a la que le trabajaba, ya después adquirió más habilidad, y fue cuando mandaba a mi padre y tíos a vender sus piezas, mismos que posteriormente aprendieron el oficio de mi querido abuelo”, refirió don Abraham.
Es notoria la habilidad y maestría que posee el señor Abraham en sus manos para convertir un pedazo de cuero curtido, en una pieza magistral similar al arte, la cual puede llegar a ser decorativa o hasta utilitaria.
Son diversas las técnicas que utiliza este maestro de la talabartería, como el pirograbado, el grabado y la incisión. Todas ellas tienen una forma muy específica de llevarse a cabo, según lo menciona el señor Serna. Asimismo, señala que las herramientas, son tan diversas como la gran cantidad de técnicas empleadas en el cuero, las principales son una tabla de madera blanda para hacer los cortes del cuero, un cuchillo especial para cortar la piel, martillo, saca bocados (para perforaciones), máquinas para desbastar cuero, tijeras y lezna o punzón.
“El pirograbado es cuando se toma una punta metálica, con la cual se comienzan hacer surcos o hendiduras a la piel vacuna, para ello esta punta necesita estar sumamente caliente. El grabado es como esculpir el cuero, se va labrando, para así dejar relieves decorativos, y las incisiones, sólo es cortar y darle forma a la ornamentación”.
Este talabartero menciona que lo idóneo es trabajar la piel vacuna, porque es la más noble y de las mejores que existen para moldear, pero también se pueden realizar artesanías, con pieles de chivo, carnero, buey y hasta venado.
“La piel que más se usa para elaborar monturas, son las de ganado bovino o buey, estas tienen que pasar por diversos procesos de curtido. La preparación de las pieles es muy diversa, y con el pasar de los años ha cambiado, pues aparecen nuevos productos y químicos, pero anteriormente se realizaba con sal”.
Y es que según este conocedor del cuero, dependerá mucho el tipo de curtido que tengan las pieles de estos animales, para definir el destino que tendrán para su total aprovechamiento. “El uso que se le va a dar al cuero, define el tipo de curtido, unos son para labrar el cuero, otros para modelarlo. Se deja secar al sol si se busca conservar el pelaje, muchos lo golpean y estiran, algunos otros utilizan aceites vegetales, otros resinas de algunos árboles, depende para que se vaya utilizar”.
El trabajo del señor Serna es ejemplo de la versatilidad que tiene el cuero como materia prima en las artesanías y por supuesto, a las piezas de usos diario en la vida campesina, y como éstas a través de los años han ido transformándose y adquiriendo otros usos, y por supuesto conquistando otros territorios.
“Antes la talabartería y marroquinería, estaba dispuesta para un sólo público, el de rancho, el que monta, el que le gusta lucir el buen cuero en las fincas ganaderas, ahora aunque su venta ha bajado, es más gente la que se da la oportunidad de adquirir productos 100 por ciento hechos de cuero”.
“El material es más durable, resistente y siempre tiene compostura. No es lo mismo llevar una suela de plástico a una elaborada de baquelita, que es cuero”.
Al mes esta Guarnicionería llega a curtir 70 pieles de ganado de diferentes tamaños, de los cuales salen gran cantidad de artículos, que varían en precios. Las monturas que aquí elaboran suelen ser las más costosas y se realizan bajo pedido y con pago anticipado.
“Un buen cinturón de piel de chivo lo llegamos a vender mínimo en 250 pesos, pero hay garantía total del artículo, es decir, duran muchos años sino es que toda la vida. Las monturas charras pueden llegar a costar mínimo unos 10,100 pesos, hasta los 50 mil pesos. Depende del tamaño, y el tipo de encargo que soliciten”.
Ciertamente el trabajo del señor Serna, además de complejo es toda una labor artesanal. El menciona que su primer encargo fueron unos cinturones y correas de ganado, ya después con mucha dedicación aprendió a hacer monturas, que fue lo que lo convirtió en el gran talabartero que es hoy día. Sin duda un oficio de gran tradición y por supuesto historia centenaria, debido a que la artesanía en cuero ha sobrevivido después de cientos de años de haberse instaurado en México.