Estar en La Rielera, es como detenerse en el tiempo, es presenciar el trabajo de mujeres que por convicción, se han dedicado por más de 70 años a la elaboración de guisados tradicionales.
La Fonda ubicada en el icónico mercado Miguel Hidalgo, es el ejemplo latente, de que la labor de diversas generaciones de mujeres queda inscrita en la sazón de cada platillo, en la visita de cada comensal, que de manera rutinaria se da cita en este comercio, no sólo para saciar su hambre, sino para recordar a través de sus aromas y texturas, el típico sabor de una comida hecha en casa. Tortillas tiradas a mano, vapor de caldo de res que se asoma por el fogón de la estufa y, una cálida invitación a ocupar alguna de sus mesas, sin duda, describen claramente el ambiente simbólico de este tipo de negocio.
María de la Luz Martínez Soriano, de 29 años de edad, pertenece a la cuarta generación de la familia Soriano, dedicada a la cocina, una tradición femenina encabezada por su bisabuela María del Refugio Soriano quien, a través de los años brindó conocimientos culinarios a sus hijas y nueras, para mantener el negocio de la comida, vigente.
"En La Rielera, trabajamos día con día, sin descanso, siguiendo la tradición familiar que permite, hasta a los más jóvenes, continuar perpetuando este digno trabajo; Mi bisabuela comenzó con este negocio hace algunas décadas, en el año de 1945, ella era originaria del municipio de Cárdenas, hija en una familia de ferrocarrileros -por eso el nombre del local-, inició con un pequeño puestecito en el mismo municipio, ahí ofrecía comida a la gente mientras esperaban a tomar el ferrocarril, de Cárdenas a la Capital, posteriormente se establece en una explanada; eran tantas las personas que iban a comer con ella que, decide moverse y quedarse aquí, en San Luis, a ofrecer sus guisos en este local, donde después le otorgarían la concesión para seguir vendiendo sus platillos " indicó.
María de la Luz, resignifica el valor de esta actividad propia de la vida cotidiana de las mujeres de su familia, comparte la importancia de ser "alimentadoras", la complejidad de mantener satisfecha a la clientela y, la determinación de seguir presentes en el gusto de sus comensales.
Su labor diaria inicia una noche antes de preparar los alimentos, eligen detenidamente, en familia, el menú del día siguiente. 6 de la mañana, la familia Soriano comienza, separa y elige ingredientes, después los pican, sazonan, hierven, hornean y, cocinan, la que será la ofrenda a su clientela.
Más de 150 personas al día se detienen en su tradicional local para consumir los platillos más distintivos del establecimiento, como la "Costillita de puerco", receta secreta de la bisabuela Soriano.
"Nuestros clientes vienen con mucha frecuencia, este oficio requiere copiosa dedicación, el sazón y las recetas nos fueron enseñadas a través de mi madre, quien a su vez aprendió de sus antecesoras; desde pequeña mi mamá me enseñó a cocinar, desde que nací, toda mi vida fue el mercado, comencé haciendo tortillas a mano y, poco a poco aprendí las recetas de la familia".
Mantenerse en el gusto de la gente, ha requerido de una titánica labor, "Las personas asisten aquí porque la comida es del día, viene de todo tipo de clientes a disfrutar de nuestra sazón y --¿por qué no?--, también de nuestra amable atención, no hay nivel socioeconómico específico que no nos y visite en el mercado Hidalgo, vienen aquí porque saben que tenemos variedad y calidad, a muy buen precio".
La Rielera termina de servir comida a las siete de la noche de cada uno de los días, incluso en fines de semana, para después dedicar algunas horas en la limpieza del área, para así comenzar de nuevo con la misma rutina, pero al día siguiente.
Este negocio es un fiel ejemplo de cómo las mujeres son el vínculo para compartirle al mundo esos sabores tradicionales de la comida mexicana, La Rielera es la mirada hacia la historicidad y transformación del trabajo femenino a través de la cocina.