Dicen que no hay lugar más surtido en dulces típicos, que el de don Pedro Torres, en el mercado “Miguel Hidalgo”, en el Centro Histórico de San Luis Potosí, y parece que sí.
Y por supuesto que publicita más los dulces típicos de San Luis Potosí, siendo los de mayor demanda el queso de tuna y la melcocha que, en realidad es “mermelada de tuna”. El dulce de leche también es muy solicitado; el queso de tuna –aparentemente de origen prehispánico- lo hay en otras entidades del centro del país, pero ninguno como el potosino.
Tiene también “glorias potosinas”, encanelados, dulces de coco –incluyendo el alfajor de coco, pero el original, el de Colima-, el tamarindo en pulpa, el ate de membrillo y el de manzana y el de guayaba, difíciles de conseguir en otros sitios.
En su local, justo en la entrada principal del mercado “Miguel Hidalgo”, don Pedro presume siempre su variedad de dulces, y hace la aclaración que todos son frescos; simplemente acercarse a su lugar, los aromas dulces emanan de ahí y, al final, los clientes terminan comprando un poquito de cada uno; suelen decir que “es para probarlos”.
Claro que hay otros lugares donde se pueden hallar dulces típicos mexicanos, claro que sí, pero pocos son aquellos donde son artesanales, como deben de ser.
Don pedro y Familia tienen años –casi 20 o más- comercializando dulces típicos, y también de aquellos de temporada, como los calaveritas de chocolate y azúcar por el Día de Muertos.
Sin embargo, aunque hay dulces de temporada, el degustarlos no tiene horario, ni día. Se creería que son los turistas los principales clientes de esos manjares, pero diariamente hay personas que pasan y compran su producto favorito.
La cajeta también es muy socorrida. “aquí hay lo más fresco, bueno y barato”, presume como su slogan.
Otro producto muy socorrido son los envinados -conocidos como borrachitos- de los que hay con “sabor” a tequila, a coñac y a wiski, pero son el dulce de leche y el queso de tuna los que más busca la gente. También el ate de membrillo.
Siempre se cercioran que sean dulces artesanales, no de fábrica, y eso lo comprueban los clientes que, incluso antes de pagarlos, abren las envolturas para probarlos. Verlos saborearlos y reflejar es deleite en sus rostros no tiene precio.
Así es que, ir al mercado “Miguel Hidalgo” e ir a alguna fonda a desayunar y comer no está completa sin el postre que, sin duda, para cualquier gusto se puede hallar en ese dulce local a la entrada principal de ese centro de abasto.