“No matan a una persona, matan a una familia, a mí me mataron en vida, no es fácil ir arrastrando un dolor tan grande, salir y ver que todo está igual o peor”, expresó María Esperanza Luccioto López, mamá de Karla Pontigo, la joven que falleció en el antro Play Club en 2012.
Un ambiente frío y gris acompañó este sábado a doña Esperanza, acudió a visitar a su hija en el lugar que ningún padre quisiera hacerlo, atravesó un camino húmedo y sinuoso hasta llegar a la tumba de Karla para colocar una placa que da cuenta de los años que vivió su hija: mayo de 1990 a octubre de 2012; han pasado siete años pero el dolor persiste y se refleja en las lágrimas al hablar de su niña, “era una chica llena de ilusiones, era una chica llena de perspectivas, de ganas de vivir, era una buena estudiante, tenía mucho futuro y se lo arrebataron de una forma que no se merecía”.
Ese amor que tiene por su hija la ha mantenido en la lucha por la justicia, el dolor ha mermado su salud pero afirma que eso no va a detenerla, “ya no estoy como antes, estoy enferma pero no me voy a quedar en el camino, no me voy a quedar, mi hija tiene que tener justicia porque se lo merece, ella y todas (las víctimas de feminicidio), porque no nada más pienso en la mía, pienso en las que han pasado y no quiero que vuelva a pasar”.
Mencionó que después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación atrajo el caso de Karla en 2017, en estos días podría emitir una resolución, “espero que venga favorable porque es un precedente a nivel nacional”, dijo esperar que la respuesta de la Corte genere una sanción al responsable del feminicidio de su hija y muestre que estos casos no quedan impunes, para que entonces se vea reflejado en una disminución de feminicidios en San Luis Potosí.
La lucha de doña Esperanza no ha sido fácil, pues incluso ha recibido amenazas que han llevado a que sea custodiada por una patrulla, pero sigue adelante y pide a las autoridades poner un freno a la violencia feminicida en el estado, “no quiero ni una (muerte) más, las queremos vivas”.