Un garbanzo de a libra, es el operador de la Unidad 6607 de la Ruta 23, que circula por la ciudad con rumbo a las áreas finolis de Carranza y las Lomas, limpio y ordenado, como pocos o ninguno, que hayamos visto, por eso fue digno de esta peculiar mención periodística.
Su camión esta reluciente, vidrios claros, no hay basura en el suelo, no lleva tinas con trapos sucios a un costado como se suelen ver, tampoco le cuelgan las tortas y los chescos de su reclinable, eso sí, lo vemos apoderado de su máquina, lleva su brazo extendido hacia el barandal como dominando la escena.
En esta ocasión no huele a mugre, tacos o a tabaco, quizá le tocó el baño del mes a su cacharro, pero en plena hora pico, donde trabajadores y estudiantes salen de clase, es raro observar estos escenarios tan peculiares, que inmediatamente llamaron la atención.
También lo vimos auxiliado a quien no sabía manejar correctamente su tarjeta de prepago, les decía a las ingenuas señoras, permítame mostrarle el correcto funcionamiento.
No maneja tan mal, al menos no parece quererse adueñar de las calles y vialidades. No hace que los pasajeros se contoneen, como uno que otro que parece trabaja para una firma de transporte de ganado. Eso sí, es tan correcto o tan martirizante, que no baja a los usuarios en sus respectivas paradas, argumentando que no hace esquina. Nos hizo caminar a muchos, varias cuadras, incluso exageradamente, quizá esta impresión pudo obedecer a que los pasajeros no tienen una cultura correcta sobre el uso de estos servicios.
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