Una mala nutrición durante el embarazo de cualquier mujer, puede llevar a problemas de salud graves tanto para la madre como para el bebé, como restricción del crecimiento intrauterino, bajo peso al nacer y un mayor riesgo de mortalidad infantil. En algunos países en desarrollo, hasta un 20 por ciento de las mujeres embarazadas pueden sufrir este fenómeno.
El embarazo es una etapa en la que la nutrición tiene un papel fundamental en el desarrollo saludable tanto de la madre como del bebé. La adecuada ingesta de nutrientes durante esta fase no solo sustenta el crecimiento y desarrollo del bebe, sino también el bienestar general de la madre. Con la buena nutrición se puede prevenir la salud futura de la persona recién nacida.
Durante el embarazo, el cuerpo de la madre tiene numerosos cambios para apoyar el desarrollo del bebé. Éstos incluyen, un aumento en el volumen sanguíneo, la formación de tejidos nuevos y la adaptación del sistema digestivo para satisfacer las necesidades incrementadas.
Una dieta equilibrada no solo ayuda a prevenir deficiencias nutricionales, sino que también puede reducir el riesgo de complicaciones del embarazo, como la preeclampsia, la diabetes gestacional y el parto prematuro. Además, una alimentación adecuada puede influir en el peso del bebé al nacer y en su desarrollo general.
Los nutrientes Clave en el Embarazo, son el ácido fólico, vitamina B, que es crucial para la formación del tubo neural del bebé, que se convierte en el cerebro y la médula espinal. Una deficiencia en ácido fólico puede llevar a defectos del tubo neural, como la espina bífida. Se recomienda que las mujeres embarazadas consuman alimentos como vegetales de hojas verdes, legumbres y cereales fortificados.
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También se habla del hierro que es esencial para la producción de hemoglobina, que transporta el oxígeno a través de la sangre. Durante el embarazo, el volumen de sangre de la madre aumenta, lo que requiere un mayor consumo de hierro para prevenir anemia. Las fuentes de hierro incluyen carnes rojas, aves, pescado, legumbres y cereales enriquecidos.
El calcio es fundamental para la formación de huesos y dientes del bebé, así como para la salud ósea de la madre. Las mujeres embarazadas deben consumir alrededor de 1000 miligramos de calcio al día. Los productos lácteos, los vegetales de hojas verdes, los frutos secos y los productos fortificados son buenas fuentes de este mineral. La vitamina D también es importante, ya que ayuda en la absorción del calcio.
Las proteínas son vitales para el crecimiento de los tejidos y órganos del bebé, así como para el aumento de la masa muscular de la madre. Se recomienda que las mujeres embarazadas consuman aproximadamente 71 gramos de proteína al día. Las fuentes de proteínas incluyen carnes magras, pescado, huevos, legumbres y productos lácteos.
Los ácidos grasos omega-3, particularmente el DHA, son importantes para el desarrollo cerebral y ocular del bebé. Se recomienda consumir al menos 200-300 miligramos de DHA al día. Los pescados grasos como el salmón, las nueces y las semillas de chía son ricos en estos ácidos grasos esenciales.
La ganancia de peso recomendada para la mujer, depende del índice de masa corporal (IMC) antes del embarazo, por eso se debe incluir una dieta equilibrada con una amplia variedad de alimentos para asegurar que se obtengan todos los nutrientes necesarios.
Incorporar frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y productos lácteos puede proporcionar una gama completa de vitaminas y minerales. La moderación es clave para evitar el exceso de calorías y mantener un peso saludable. La ingesta de líquidos es igualmente importante durante el embarazo.
El agua hidrata, apoya la digestión y previene el estreñimiento e infecciones urinarias. Se recomienda beber al menos 8 a10 vasos de agua al día, y ajustar esta cantidad según las necesidades individuales y el clima.