Pasaditas las once de la mañana, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona llegó partiendo plaza, literal, en el lomo de un hermoso caballo blanco y vestido de charro. Saludó al público con el sombrero que levantó con su mano izquierda mientras la derecha mantenía el control del animal que apenas se sostenía sobre los adoquines mojados.
Regresó a la puerta principal del Palacio de Gobierno, bajó con estilo del corcel, esperó a su esposa que venía vestida de ‘Adelita’ en otro caballo y, junto con sus hijos, entró al colonial edificio; funcionarios de su gabinete, también vistieron traje charro, sombrero, moñito multicolor y pidieron prestado el caballo.
A las 11.20 en punto, el gobernador asomó por el balcón principal del palacio, mientras el comandante de la Doceava Zona Militar, General Brigadier Diplomado de Estado Mayor, Mario Arturo Fuentes Guevara, autorizaba el inicio del Desfile Cívico Militar por el 212 Aniversario del Inicio de la Independencia de México.
Los integrantes del protocolo vivieron momentos incómodos, igual que la noche anterior, ya que el alcalde de la capital quiere que la presidenta del DIF Municipal, su esposa, esté cerca de él en todos los eventos, donde solo pueden estar los representantes de los poderes del estado. Al final, tuvieron que meterla con calzador en el balcón donde ya no cabía, con la evidente molestia de la presidenta del Supremo Tribunal la magistrada Olga Regina García que quedó en la orilla, relegada.
Se hace un nudo en la garganta cuando el vehículo militar con una elemento que muestra orgullosa la Bandera Nacional, abre el desfile. Ese sentimiento nacionalista, de amor por la Patria, de pasión por México, va más allá de colores partidistas, de personajes políticos y gobernantes. Brota el amor a la tierra.
La gente llegó temprano, sin importar la lluvia. Se refugió bajo las cornizas y los que todavía traían parte de su quincena, se metieron a los restaurantes del centro histórico. Se corrió la voz de que el desfile se suspendería, por la lluvia, pero en realidad donde se quedaron con las ganas fue en Soledad. Nunca tienen agua y el día que les llega, no salen de sus casas, comentaron.
La Secretaría de Educación del gobierno estatal hizo valer su magnitud y se apoderó del evento. Su titular Juan Carlos Torres encabezó el contingente que presumió la Bandera de Guerra, reconocimientos a estudiantes distinguidos, y estudiantes bien peinaditos, boleados y uniformados de diversos planteles en el estado. En total fueron 2,350 alumnos y maestros. El Sistema Estatal Regular de don Chógono, llevó 650.
El personal militar del Ejército Mexicano era el más esperado. Fueron 327 elementos en 11 vehículos, 50 caballos y tres canes. La Guardia Nacional, recién integrada constitucionalmente a las fuerzas armadas, participó con 27 elementos y cuatro vehículos. Esta vez el poderío en unidades y armamento de quienes cuidan nuestra seguridad, se guardó. Un helicóptero sobrevoló la Plaza de Armas, mas que nada para hacer tomas espectaculares del desfile.
Los bomberos, las ambulancias, las motos, personal de salud, de protección civil, carros alegóricos en cuya plataforma se representó el inicio del movimiento de independencia, desfilaron desde Eje Vial y Los Bravo hasta el jardín de Tequis, en un recorrido similar al del Día del Trabajo, ya que éste no pasa frente al palacio de gobierno.
Cuando tocó el turno a la asociación potosina de charros, las escaramuzas, el colorido invadió la plaza y le dio vida al evento. El gobernador sonrió, aplaudió y se le notaban las ganas de bajar corriendo y subirse a un caballo para continuar el recorrido, pero se contuvo. Todo estaba por terminar.
A las 12.13, cuando el último caballo pasó por la plaza, el desfile terminó. Sin novedad, fue el parte presentado a la máxima autoridad militar presente. Así, después de dos años, regresó el desfile cívico militar que revive el patriotismo y el amor por México de todos.