Este miércoles se descentralizó la lucha, las mujeres decidieron moverse para reescribir su andar en la historia.
El Barrio de Tlaxcala se convirtió en el punto de partida de la marcha que conmemoró el Día Internacional de la Mujer y que se transformó en un espacio para revertir el hechizo de la injusticia.
En punto de las 15:30 horas las mujeres resignificaron su entorno, pusieron en el centro a quienes tejen redes de apoyo desde los barrios, desde las colonias cercanas a la periferia, de quienes hacen feminismo desde las calles.
Así empezaron a conformarse los contingentes, en medio de un movimiento transformador que este 8 de marzo decidió dejar las zonas céntricas, para deconstruirse y visibilizar cómo se mueven y organizan desde el barrio, cientos de mujeres.
A las 16:00 horas el Jardín de Tlaxcala se inundó de verdes y morados, de mujeres que cambian los modelos de lucha y que hacen del feminismo un movimiento diverso y transformador.
Comenzaron su trayecto más de 5 mil mujeres y 20 colectivas, integradas por familias víctimas de feminicidio, universitarias, mujeres cuidadoras y creadoras, mujeres de espacios privados y domésticos, de cuerpos de grandes conquistas, de diferentes economías, mujeres sobrevivientes de la violencia que arrasa con sus espacios de convivencia.
La mística femenina fue la protagonista, el transitar de las mujeres resonó varios minutos sobre el asfalto de una avenida (Eje Vial) que ha sido por décadas marcada por el comercio sexual de mujeres.
Mujeres que no son tan distintas a las que marcharon este día y que tienen tanta valía y reconocimiento como la que lleva la pancarta exigiendo justicia.
Así se confrontaron las realidades que atraviesan a quienes hoy buscar ser escuchadas, víctimas de esa violencia estructural que compone su día a día.
En punto se las 17:30 horas los contingentes llegaron a la Fiscalía General del Estado, en ese momento, el contingente de hermanas feministas ya había doblado la cantidad de asistentes; pero siempre, a la cabeza de la marcha, estuvieron las familias de Karla, Lupita, Cinthia ,Dulce, Chuyita y de 45 mujeres más víctimas de Feminicidio.
Con un pase de lista nombraron la omisión y la falta de atención por parte de las autoridades, cada nombre no es una cifra, es el reflejo de la injusticia.
La Fiscalía se pintó de rojo y verde, y en su puertas colocaron los rostros de aquellos agresores que siguen libres y que hacen recordar que el feminicidio es un crimen impune en el estado.
Y así, en medio del espíritu del hidrocarburo que se emanó de los aerosoles de aquellas encapuchadas hartas de la omisión y olvido de las autoridades, las mujeres continuaron su camino, con la rabia en la consigna y el hartazgo sobre su marcha; al unísono, las más de 10 mil asistentes, continuaron apoderándose de cada calle, cada pared, cada espacio libre, para reescribir sobre sus muros y el asfalto, el nombre de cada una de las que hoy nos faltan.
Así llegaron al Edificio Central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en punto de las 18:20 horas, donde se miraron con aquellos portones de madera que hace algunos años incendiaron y que su daño causó más indignación que el asesinato de mujeres en el estado.
Ahí, la pintura y el fuego marcaron el nombre de profesores agresores, pero también aquella humareda que inundó la entrada de la máxima casa de estudios hizo recordar las académicas silenciadas y a las alumnas acosadas, una deuda de justicia que sigue pendiente para las mujeres.
El sol estaba a punto de ocultarse y era la señal para culminar la marcha, sin embargo algo las detuvo; todas ellas en masa se acercaron a Palacio de Gobierno, rompieron las ventanas , pintaron las paredes, quemaron las entradas.
El gas pimienta ocultó todo a su paso, pero a pesar de ello, el nombre de Fernanda, Nayeli, Marion y Tanhia, hizo eco en cada espacio. La petición de todas fue una sola, justicia para todas.
La marcha culminó a las 19:00 horas con una llamarada gigante en medio de Palacio de Gobierno, tan grande como el hartazgo que llevan consigo decenas de víctimas que día a día claman por justicia. De ahí se dispersaron todas, con miedo, pero también con la esperanza bien puesta de ver a sus compañeras en el pie de lucha.