Según la Encuesta Nacional de Niñas, Niños y Mujeres (ENIM) 2015, el 63 por ciento de los niños y adolescentes de entre 1 y 14 años en México han experimentado algún tipo de disciplina violenta en el hogar, lo que incluye castigos físicos y agresiones psicológicas. De ese porcentaje, el 17 por ciento de los niños ha sido sometido a castigos físicos severos, como golpes con objetos; desde los Servicios Estatales de Salud, SES, dentro del Programa de Atención a la Salud de la Infancia y la Adolescencia, se promueve la información y sensibilización sobre la crianza positiva y la prevención del maltrato infantil.
De enero a septiembre de este 2024, se han capacitado 9 mil 907 madres, padres y tutores en la prevención de maltrato infantil en el ámbito familiar. El objetivo es que niñas, niños y adolescentes crezcan en un entorno educativo firme, respetuoso y que les brinde seguridad emocional, favorezca su aprendizaje y fortalezca el vínculo con sus adultos significativos.
La crianza positiva se define como un conjunto de prácticas que promueven el cuidado, la protección, la formación y la guía de niñas, niños y adolescentes, contribuyendo así a su desarrollo, bienestar y crecimiento saludable. Este enfoque considera varios aspectos fundamentales: en las etapas del desarrollo, es esencial reconocer que cada etapa de la vida de una niña, niño o adolescente presenta características, necesidades y potencialidades únicas. Y comprender su desarrollo permite establecer expectativas reales y adecuadas en la educación y en la imposición de límites.
Criar a las hijas e hijos no es una tarea sencilla, pero el que se adopten buenas prácticas de crianza positiva es esencial para su crecimiento y desarrollo saludable. Lamentablemente, el maltrato infantil sigue siendo un problema de salud pública en donde niñas, niños y adolescentes han enfrentado formas de disciplina violenta en sus hogares, incluyendo castigos físicos y psicológicos. Estas experiencias pueden dejar huellas profundas que afectan su bienestar a lo largo de la vida.
La disciplina violenta a través de los castigos físicos y humillaciones verbales, puede ocasionar secuelas que impactan en aspectos cognitivos, sociales, conductuales y psicológicos de niñas, niños y adolescentes. Algunos de los efectos a largo plazo más comunes incluyen: baja autoestima, ansiedad, depresión, trastornos de identidad o generaciones más violentas.
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Las niñas, niños y adolescentes poseen los mismos derechos humanos que los adultos, además de derechos específicos se les debe de tratar como miembros plenos de la familia, lo que incluye: pasar tiempo de calidad con ellos, conocer su vida y comprender su comportamiento, establecer acuerdos y normas claras, tener expectativas alineadas con sus capacidades, fomentar una comunicación abierta y responder a sus comportamientos con medidas adecuadas y explicaciones.
Es deber ciudadano garantizar que las niñas, niños y adolescentes vivan libres de violencia, en un entorno que respete sus derechos y potencie su desarrollo integral. La crianza positiva no solo beneficia a niñas, niños y adolescentes, sino que también fortalece los lazos familiares y construye una sociedad más respetuosa.
Cabe añadir, que se ha demostrado que los niños que crecen en ambientes de crianza positiva tienen menos probabilidades de desarrollar problemas de comportamiento, como agresividad o depresión. También tienden a tener mayor autoestima y mejores habilidades de resolución de conflictos. Aunque no hay estadísticas precisas sobre la adopción de la crianza positiva en México, las campañas de concientización y los programas educativos están aumentando el interés en este enfoque, especialmente en escuelas y programas comunitarios.