Favores, sanaciones y oraciones que aluden a la superación de obstáculos, rodean la idolatría a la “Santa Muerte”, devoción popular que en la última década ha tenido un creciente auge y que cada 2 de noviembre sus fervientes celebran su culto.
Algunos señalan a este fervor hacia “La Niña”, -como le dicen sus creyentes-, de algo impropio digno de un rito oculto, pero la creencia de las personas por esta imagen enmarca una profunda fe para enfrentar las angustias, temores y pesares.
Juana América Medrano Torres, de 35 años de edad y quien es comerciante de ropa en la explanada Ponciano Arriaga, se conmueve al platicar sobre su veneración a la “Santa Muerte”, a quien le adjudica poderosos milagros, pues más de una vez le ha socorrido a ella y a su familia en diversas dificultades.
“Adoramos a “La Niña” desde hace 16 años, por mi madre. Le atribuimos muchos milagros, uno de ellos es la protección que le ha otorgado a mi familia cuando se ha presentado alguna situación difícil. Algo que podemos recalcar es el hecho de que a mi madre se le intervino quirúrgicamente hace un tiempo, era una situación de gravedad donde requerían hacerle una intervención en el abdomen, “la flaquita” la cuidó siempre. Incluso la imagen se quebró del mismo lugar donde operaron a mi mamá. Otra de tantas es que a mí me protegió de perder la vida a causa de un embarazo de alto riesgo y aquí estoy, con mi hija a un lado”.
Chepina (como nombraron de cariño a la imagen), llegó a su hogar como un presente de parte de una amiga cercana a su familia. Hoy esta figura se mantiene expuesta en uno de los corredores de la explanada donde trabajan cientos de comerciantes fijos y ambulantes.
El pasillo de la “Santa Muerte”, así le llaman al espacio donde los devotos de la “Niña Blanca” pueden acercarse a solicitarle algún milagro o dejar cualquier tipo de presente.
Dulces, anillos, chocolates, veladoras y hasta dinero rodean a “Chepina”, todos, pequeños regalos para agradecer milagros y favores cumplidos. En el mismo sitio, otros figurines de resina le acompañan, son pequeñas “Niñas Blancas”, que con el pasar de los años, sus creyentes le han dejado como un tributo de agradecimiento.
“Todas las mañanas tenemos que sacarla y disponer su altarcito el cual arreglamos para que se vea presentable. Cada dos días se le cambian las flores que la adornan, o vienen creyentes a dejarle arreglos. En esta área llega mucha gente a visitarla, pero entre todos los comerciantes de esta área somos la única familia que la adoramos”, refirió América.
Quien además indica, que cada mañana se debe de cumplir con todo un “ritual” para venerarla y mostrarle respeto a su “Flaquita”, “Primero la sacamos de donde está guardada y la ponemos en su mesita. Después hay que sacar las veladoras y las flores. A veces escondemos varias cosas como el dinero que le ponen porque luego se lo roban y hay que rezarle antes de prender sus velas”.
Ya es medio día y esta ferviente devota, comienza a rezarle tres Padres Nuestros y tres Glorias antes de encender las veladoras de su Santita. Además señala que también hay que prenderle incienso y las velas que utiliza tienen que ser especiales.
“Siempre hay que utilizar cerillos de madera para prenderle su veladora, es algo que hacemos para mostrarle respeto. Sus velas pueden ser blancas, rojas y negras, las cuales son compradas o regaladas, pero la mayoría son de personas creyentes que vienen y se las dejan. La queremos mucho, por eso la respetamos con cada acción que tenemos con ella”, puntualizó.
SLP Y UNA FESTIVIDAD REPLETA DE TABÚES
Mariachis, oraciones en honor a su nombre, flores y ostentosos regalos, rodean la festividad de la “Santa Muerte”.
Su altar se dispone en diversos lugares de San Luis Potosí y en puntos estratégicos del primer perímetro de la ciudad como lo es la explanada Ponciano Arriaga en el Centro Histórico de la capital. Es importante recalcar que en la entidad ya se encuentran gran cantidad de capillas y templos en honor a esta imagen, y es en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez es donde se han edificado la mayoría; la colonia San Felipe, Progreso y La Libertad son algunos de los sitios donde pueden visitarla.
En punto de las 10 de la mañana comienzan los preparativos. Disponen de adornos, globos, flores y van juntando gran cantidad de imágenes de la “Niña Blanca” en el altar. En el transcurso del día es cuando empiezan a conglomerarse los visitantes y creyentes, que van con rosarios, escapularios, ofrendas y alguno que otro presente para su Santa.
“Es impresionante la cantidad de personas que adoran a nuestra “Niña”, mucha gente agradecida por todo lo que les ha dado”, indica América.
Pero antes de disponer la imagen de la “Santa Muerte” en su altar, es necesario realizar todo un proceso de arreglo y vestimenta, para presentarla. “Hay que limpiarla, bañarla, ponerle algunas esencias y vestirla con sus ropajes nuevos, los cuales los compramos de manera especial para vestirla en su día”.
Mantos dorados, blancos y de colores arropan a su “flaquita”. También algunos anillos en su mano anuncian cada favor otorgado. Ya se escucha la música y los cantos, sus mañanitas ya comenzaron.
Esta celebración identitaria, según lo que señala América, se hizo más evidente a partir del año 1950, pero afirma que desde tiempos ancestrales los mexicanos y las culturas milenarias siempre tuvieron una gran conexión con la muerte como deidad. Pero a pesar de ello, actualmente hay muchas personas sujetas a prejuicios que los señalan de manera negativa por adorar a su “Santísima”.
“Somos personas de bien”, puntualiza América al cuestionarle acerca de la animadversión que existe por el fervor hacia la “Santa Muerte”, y es que hay un señalamiento latente para quienes son creyentes de esta imagen. Pero a ellos, sus creyentes es lo que menos les importa, pues expresan que “Aquí hacemos el bien y por gratitud a todo lo que nos ha ayudado, la amamos y respetamos”.
Sin duda “La Santa Muerte”, es un destello de esperanza para aquellos que la vida les ha puesto a prueba de las maneras más complejas, como dice América, es la compañía que han necesitado muchos en momentos donde las plegarias parecen no ser escuchadas, donde todo se torna gris y no se encuentra la salida, para ellos su “Niña blanca” es el consuelo y el apoyo por el que han implorado librar las grandes tragedias de su vida.