Sanos y enfermos dieron el último adiós a la Virgen milagrosa, en la que se pudo ver el inquebrantable fervor a la auténtica Reina del Cielo a quien con conmovedoras lágrimas y vivas, banda, cantos, danza, cuetes, y sobre todo, con sublimes oraciones y rezos de honda gratitud y de petición suplicante, la despidieron sin querer dejarla partir.
En todos y cada uno de los recintos religiosos donde estuvo, se constató el profundo e inquebrantable fervor, pero sobre todo en el Hospital Central de la capital potosina, donde visitó a los enfermos para consolarlos, animarlos, y fortalecerlos.
Especialistas de todas las áreas de los siete pisos del Hospital Central, doctoras, doctores, enfermeras(os), camilleros, personal del aseo, y sobre todo enfermos del nosocomio volcaron su amor y fervor Mariano al verla llegar; se apresuraron a sacarle la foto de inmediato y de pedirle lo que más anhelan.
Muchos enfermos hasta de sus dolencias y enfermedades se olvidaron.
Encuentros y despedidas con la hermosa Virgencita se tornaron verdaderamente imponentes, sin decaer en ningún momento el fervor para despedir a la Virgen Peregrina, la Madre de Dios que visitó a sanos y enfermos, a justos y pecadores y a todo fiel que quiso verla, admirarla e implorarle su intercesión ante Su Hijo Jesús.
Sanos y enfermos, personas de todas las clases y condiciones sociales, se acogieron a ella y se esforzaron por tocar la bella imagen, al tiempo que rezaban el santo rosario completo.
Con suma tristeza por su partida, le cantaron: "Adiós Reina del Cielo, Madre del Salvador".
Sacerdotes, religiosas y fieles laicos la veneraron y despidieron con sentidos cantos marianos, vivas, porras, aplausos copiosos que se prolongaron por más de 20 minutos.
Se le pidió incesantemente para que haya paz en todas y cada una de nuestras familias, esa paz que todos anhelamos. La Virgen partió ante la evidente tristeza de muchos fieles que no querían dejarla ir.
"Hay tanto qué pedirle a nuestra Madre Santísima, que la lista de peticiones parece realmente interminable. Ella sabe lo que quiere decirle y pedirle nuestro pobre corazón, ella sabe lo que cada fiel que le ama necesita".
Muchos callados, en profundo silencio la despidieron con lágrimas resbalando sobre sus rostros, los enfermos desde su cama volcaron su amor a Ella. Otros la ovacionaron con júbilo y espíritu agradecido, otros sólo la contemplaron con mucho amor y fervor indescriptible.
Muchos trataron de acercarse lo más que se pudiera a ella, para tomarle la foto del recuerdo. Todos quisieron despedirse de la madre de Dios y madre nuestra a quien esperan regrese muy pronto.