Con más de 150 años de historia, la Alameda Central “Juan Sarabia” se mantiene como un escape en pleno centro de la ciudad; la sombra de sus pinos y jacarandas es ideal para tomar un descanso en medio de las altas temperaturas que experimenta la capital potosina.
En su origen este jardín fue una huerta perteneciente a la orden carmelita, que en 1857 se abrió al público, pues con las Leyes de Reforma promulgadas por el presidente Benito Juárez, la Iglesia perdió muchos bienes, entre ellos la huerta. Durante algunos años conservó sus bardas a pesar de haberse convertido en un espacio público, y fue hasta 1878 que finalmente éstas fueron derribadas para dar paso a lo que se conoce hoy en día.
En su inicio, este espacio fue nombrado como Paseo de la Reforma, y después Paseo de la Constitución, de ahí derivaron los nombres de la plaza de toros “El Paseo” y la colonia de la misma denominación; posteriormente en 1932 se le dio el nombre de Alameda Central “Juan Sarabia”, en honor al periodista y político liberal Juan Sarabia Díaz de León.
Para transformarla en jardín fue necesario reemplazar la tierra que era caliza, por tierra traída de la Sierra de San Miguelito, además se creó un ducto para llevar agua del Ojo de Agua de Tequis hasta este lugar.
Con el paso de los años se añadieron elementos como el lago de los patos y el faro que se encuentra en él, mismos que fueron construidos por la colonia alemana en 1910 como un regalo para conmemorar el centenario de la Independencia de México, pues al centro de la Alameda se colocó la estatua de Miguel Hidalgo y Costilla.
Actualmente, el lago de los patos presenta un espejo de agua apenas suficiente para que las aves puedan desplazarse nadando, la lama impide ver el piso de mosaico, y lo mismo pasa en el estanque de los peces koi, que llegan a perderse entre el agua verdosa y las hojas que caen de los árboles.
La Alameda cuenta con varias fuentes, todas ellas sin agua; la más popular es la de las ranas, ubicada en el costado oriente, donde ferrocarrileros jubilados suelen reunirse por las tardes a compartir novedades y recordar viejas anécdotas.
Es este costado el de mayor conflicto para los peatones, pues los autos provenientes de la avenida Universidad se desplazan a alta velocidad y no hay oficiales de tránsito que auxilien a las personas, pese a que en la esquina hay un jardín de niños.
Aunque en general sus pasillos están transitables, hay puntos en los que las losetas están destruidas o sueltas; también algunos pilares tienen rota la cantera y se quedaron sin parte del ornamento, inclusive hay dos que ya no cuentan con el busto del personaje que se pretendía honrar, como son el de Camilo Arriaga y el propio Juan Sarabia.
Otros aspectos desfavorables no atribuibles a la autoridad sino a la falta de cultura de los ciudadanos, son la basura y el aroma a orines al recorrer algunos pasillos. Con todo y ello, familias, parejas y paseantes solitarios siguen frecuentándola a diario.