Dedicado a vender fruta en un carretón en Eje Vial, “Sanjuanero”, devoto de la Virgen de San Juan de Los Lagos, y siempre dedicado a su esposa y a inculcarles a sus hijos la importancia de la superación en base a los estudios.
Así fue en vida José Luis Acosta Sáenz, comerciante desde niño al igual que sus padres, principal proveedor de su hogar, ubicado en la colonia Barrio de Tlaxcala, en la ciudad capital, oficio que desempeñaba con agrado y a través del cual buscó para sus hijos un mejor porvenir.
De acuerdo al testimonio de Guadalupe Sustaita Briseño, su esposo falleció a los 44 años de edad, de acuerdo a la defunción por “Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo, Neumonía viral Covid-19 confirmado”.
Dejó cuatro hijos, tres son mujeres, la mayor de 17 y la más pequeña de 9 años de edad, y un varón de 12; todos actualmente estudian; “si quieres ganarte algo, esfuérzate por conseguirlo”, “lo que es para tí, será para tí”, frases motivadoras que siempre les recitaba a su hijos para que no dejaran sus estudios.
Un hombre que no tenía reparos en regalar la fruta que no vendía del día, tanto a sus vecinos como a su familia, como padres, hermanos, sobrinos, y es que, todos viven en una pequeña privada en el barrio en mención.
Devotos desde siempre a la Virgen de San Juan de Los Lagos, apenas en enero de este año, la familia hizo su acostumbrado viaje al municipio del mismo nombre en Jalisco, trayecto que hicieron caminando.
La última petición de Guadalupe a la virgen fue para su esposo, que lo mantuviera con salud, pues hacía dos años fue diagnosticado con insuficiencia renal, y desde entonces recibía diálisis.
“Era buena persona y buen esposo”, expresó Guadalupe; “siempre nos hacía reír”, dijo la más pequeña de la casa, quien permanecía junto a su mamá, ambas sentadas, compartiendo a esta reportera los recuerdos guardados de su ser querido.
Otro lema de José Luis fue, no a las deudas, “él siempre pensaba dos veces antes de adquirir una deuda o pedir dinero prestado, era enemigo de las deudas, y gracias a Dios, ahorita a nadie le debo”, comentó la madre de familia.
Todos han sentido su ausencia, particularmente su hijo de 12 años, a quien mejor lo mandaron a trabajar con sus tíos, también comerciantes, para mantenerlo ocupado, porque entró en depresión.
El pasado 29 de abril ella llevó a su esposo al Hospital Central por cuadro de diarrea secundaria a insuficiencia renal, y en la madrugada del primero de mayo lo trasladaron al Hospital General de Soledad, ya con diagnóstico de Covid-19.
Un sobrino enfermero mantuvo informada a Guadalupe sobre su estado de salud, “toleraba la comida a través de la sonda, estaba estable, él no tenía síntomas de Covid, mi esposo se contagió dentro del hospital Central”, aseguró.
La madrugada del 09 de mayo, le avisaron que tenía que llevar papelería para entregarle el cuerpo de su esposo, a quien ya ni pudo ver ni despedirse de él, porque siempre permaneció aislado.
“Aquí vivimos todos, mis hijos, vecinos, mi mamá, hermanos y mi cuñada, no estamos enfermos, aunque sea uno, nos hubiéramos contagiado”, dijo Guadalupe, quien no acepta el diagnóstico final de su “güero”, como lo llamaba amorosamente.
Sí usted desea ayudar económicamente a esta familia, lo puede hacer a través de la cuenta 5512 3804 9084 2503 de Banco Azteca.