El nopal, planta icónica y representativa de la cultura mexicana, es una de las múltiples y distintivas paleras (como también se les conoce), que existen en territorio potosino. Pero hay una en especial que se distingue entre todas, esa, la que en sus curvas alumbra un carmín intenso: La Tuna Cardona.
Este singular fruto rojo grana, es uno de los más distintivos de la entidad, pues su producción comprende una vasta cantidad de dulces y bebidas tradicionales de San Luis, como la melcocha, miel, vino tinto, jalea y , el tradicional y muy buscado colonche.
El colonche es una singular y muy peculiar bebida alcohólica, que se obtiene de la fermentación del jugo de la tuna cardona, naciente del semidesierto potosino. Don Carlos Herrera, originario del municipio de Villa de Guadalupe, cada fin de semana se traslada a las orillas de la colonia el Saucito, en la calle Plan de Ayutla, casi llegando a la Av. Fray Diego de la Magdalena, para vender esta peculiar “pimple” donde aquellos visitantes o amantes de este elixir ancestral llegan deseosos para beber el peculiar jugo de la tuna.
Don Carlos, refiere, que la recolección de la tuna cardona es bastante fácil y una práctica muy común entre los tuneros, debido a que año con año es masiva su producción, por lo cual siempre buscan otras formas de industrializarla, y una de ellas es elaborando el Colonche.
“Las pizcamos como de costumbre, algunos sólo nos ponemos bolsas de plástico en las manos, pues ya los callos de tanto trabajo han hecho más dura nuestra piel, y ya nada nos hacen las espinas. Otros usan guantes y palos especiales para pizcar, o bien con tenedor y cuchillo en mano salen a recolectarlas”.
El proceso para elaborar este “vino de tuna cardona”, es algo complejo, pero Don Carlos puntualiza que “todo sea por preservar esta bebida prehispánica, que elaboraban nuestros antepasados y que hoy día apenas si sobrevive”.
De igual forma señaló que el proceso de fermentación no ha cambiado en cientos de años, el cual inicia con la pizca de tunas cardonas que se recolectan en los diversos montes de los municipios pertenecientes al Altiplano potosino, se quitan las espinas (si es que tienen), se pelan, para enseguida exprimirse y colarse para que no se vayan las semillas y se hierve, para dar forma al líquido color índigo purpúreo.
Todo eso va a un contenedor especial, que en ocasiones le agregan algunas cáscaras de la misma tuna, para acelerar la fermentación. Esta bebida conocida por los nahuas como nochoctli, (su etimología es, nochtli significa tuna, y octli significa vino: vino de tuna), se mantiene dentro de un sitio donde su temperatura ambiente no sea más de 30 grados centígrados, según Don Carlos, depende de los días, el grado de fermentación que le quiera dar el productor, donde al décimo puede ser notorio el sabor intenso agridulce y con textura gaseosa.
“Su grado de alcohol varía en el proceso, pero comúnmente está entre 6 y 7 grados. Lo servimos en jarritos de barro si es para tomar en el puesto, pero si es para llevar en mano, les damos un vasito de plástico. Su precio varía según el tamaño del jarrito, si no es más de medio litro le cuesta de 35 a 45 pesos. Pero por esta temporada donde la crisis impera, nuestro precios han bajado considerablemente”, señaló Don Carlos.
Y por supuesto la clientela es diversa, aunque el señor Carlos abunda que, son personas jóvenes las que más buscan esta bebida, “Son pocas las personas mayores que buscan consumir esta bebida ancestral. Son los más jóvenes que se lanzan para acá a pasar un buen rato con amigos, su pareja o hasta en grupos de ciclistas vienen a degustar el típico colonche”.
En el año 2015, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SAGARPA) anunció el riesgo de que esta bebida se extinguiera, invitando a la población a consumirla, difundirla “para que se conozca, que la gente lo busque y lo pruebe con el fin de preservar su consumo, pero sobre todo conservar la tradición de consumir su dulce sabor”.
Por último el señor Carlos agregó que, “es una bebida del pueblo, para el pueblo, no se nieguen la oportunidad de probarla y conocerla, quedarán fascinados por el sabor y por supuesto su historia”.