SAN LUIS POTOSÍ. Hogareña y buena cocinera, así era Ada, dos palabras la definen por siempre dedicarse a las labores del hogar y cocinar de manera exquisita a su familia.
Nacida en la zona rural del Estado de México, en una familia humilde y numerosa, con miras de tener un futuro mejor, se fue a vivir a la ciudad de México con una tía, de quien aprendió cómo mantener una casa limpia y ordenada, además de la buena cocina.
Si algo distinguió a Ada en vida, fue precisamente ese don nato del que cada día hacia gala a la hora de la comida, al ofrecer a su familia exquisitos platillos, no había necesidad de ir a un restaurante, además de una buena esposa que tuvo la fortuna de casarse con el amor de su vida.
Entre las anécdotas por las que también es recordada Ada, es que nunca le gustó su nombre, y nadie sabe cómo eligió el de “Socorro”, que ella misma se identificaba, luego vino el apodo de “Coco”, con el que siempre fue conocida.
Incluso, a su hija menor, quien compartió estas vivencias, la registró con el nombre de “Socorro”, al paso de los años, traería confusión y risas de “que bárbara mi mamá”, pues hasta la fecha, su acta de nacimiento no ha podido ser cambiada y legalmente no es hija de Ada Lara.
Este año no faltará su Altar de Muertos a 8 años de su partida, junto a una taza de café bien caliente, como a ella le gustaba y que no faltaba en sus mañanas diarias, “sus sonrisas y sus besos, doy las gracias por haber podido tenerlos”, dice su hija.