El consumo de alimentos, cigarros o bebidas apócrifas, falsificadas o ilegales, puede tener importantes repercusiones tanto en la salud como en el ámbito bioético; aunque el principal tiene que ver con el bienestar del ser humano, según datos de la Secretaria de Salud del Gobierno de la República Mexicana.
Los productos apócrifos suelen ser elaborados en condiciones insalubres, lo que incrementa el riesgo de contaminación con bacterias, hongos, sustancias tóxicas o materiales no aptos para el consumo humano. Por ejemplo, se indica a nivel nacional que en el caso de bebidas alcohólicas falsificadas pueden contener metanol, una sustancia altamente tóxica que puede causar ceguera, daño neurológico o incluso la muerte.
En composición desconocida, pueden contener ingredientes de baja calidad, aditivos no aprobados o químicos peligrosos. Los cigarros apócrifos; además, de los riesgos inherentes al tabaco, pueden incluir contaminantes como pesticidas, metales pesados o plástico.
En torno a alergias y reacciones adversas, se menciona que la falta de etiquetado preciso puede exponer a los consumidores a alérgenos o sustancias prohibidas, generando reacciones alérgicas graves o toxicidad.
En este tema hay riesgos a largo plazo, porque el consumo prolongado de estos productos puede aumentar la incidencia de enfermedades como cáncer, daños hepáticos, enfermedades cardiovasculares o trastornos neurológicos.
Las implicaciones bioéticas, tienen que ver con la violación del derecho a la salud. Los fabricantes y distribuidores de productos apócrifos actúan de manera irresponsable, poniendo en riesgo la salud de los consumidores en favor de beneficios económicos.
La falta de transparencia, es uno de los aspectos que se vigila a nivel nacional pues la falsificación implica engaño deliberado, lo que va en contra de los principios éticos de honestidad y responsabilidad social.
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Muchas veces, estos productos se distribuyen en comunidades con menor acceso a recursos, perpetuando la vulnerabilidad de estos grupos y exponiéndolos a mayores riesgos. La proliferación de productos falsificados puede minar la confianza en las instituciones reguladoras y en las marcas legítimas, afectando la percepción general de seguridad alimentaria y de productos.
Lo que recomiendan los especialistas que abordan este tema es generar acciones como la educación al consumidor, informar a las personas sobre los riesgos de consumir productos apócrifos para fomentar decisiones de compra más seguras. El refuerzo en la regulación, incrementar la vigilancia y las sanciones contra la fabricación y distribución de productos falsificados. Incentivar a las empresas y proveedores a adoptar prácticas de comercio justo y transparente, así como mejorar la disponibilidad y accesibilidad de productos auténticos en comunidades vulnerables.
El consumo de productos apócrifos no solo representa una amenaza para la salud individual, sino que plantea un desafío ético y social que requiere una acción conjunta entre gobiernos, empresas y ciudadanos.
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