Apenas superaba los veinte años de edad y originario de la comunidad de La Melada, San Luis Potosí, ubicada al norte de la ciudad, decidió dedicarse a esta institución formadora de hombres y mujeres que ayudan a todos, sin distinción de raza, credo, religión o estatus social.
Chavita, como le dicen de cariño, ya cumplió 50 años en la institución, ha visto correr tantas historias, que dice han cimbrado su vida, pero en las que no se sumerge porque tiene que vivir el presente, porque accidentes, emergencias y desastres hay siempre.
Comenzó como socorrista, luego acudió a la escuela de Tums Cruz Roja, se convirtió en paramédico, donde cuenta con la especialidad de rescatista.
A mí me gusta mi trabajo por humanidad, porque me gusta ayudar a la gente, no es fácil, he atendido tantos casos, uno se dedica a la atención inmediata, hay que dejar atrás las cosas porque vamos con uno y con otro.
Sostiene que hay detalles que lo motivan para seguir en esta profesión, como es que la gente debe llegar lo mejor posible a los hospitales, esto a pesar de que en ocasiones los pacientes ni las gracias les dan, tras ser auxiliados.
Como paramédico reconoce que están en constantes riesgos personales como accidentes carreteros “todo el tiempo estamos expuestos, uno está consciente de que podemos chocar, tener accidentes, es por eso que a veces me preguntó qué ando haciendo aquí, pero después se me pasa cuando veo que ayudamos a la gente”.
Este veterano añade que todas las experiencia que ha tenido son buenas, hoy su trabajo lo tiene como Jefe de Guardia Nocturna de los Sábados, un horario difícil –de 10 de la noche a 7 de la mañana- porque como él menciona, es un periodo en que “la gente se destrampa” y hay mucha labor por realizar.
Un paramédico atiende los primeros auxilios, un enfermo, heridos, atropellados, tiene que atenderlos en el lugar para entregarlo al hospital para que se le dé el correcto diagnóstico y tratamiento médico, es por eso que añade que constantemente se encuentra en preparación.
Hoy su pasión es el rescate de extracción de montaña, vehículo, barrancas, pozos, cuevas y otros, lo cual ha podido realizar con el apoyo de su mujer y sus cinco hijos, uno de ellos hasta le dedicó un periodo de su vida a la Cruz Roja Mexicana pero por aras del destino tuvo que abandonar la institución, hoy este hombre entregado a su profesión no piensa en la jubilación y tajantemente apunta “me retiro hasta el día que ya no pueda hacer las cosas”.