Las calles del Centro Histórico han sido tomadas por “mafias” de lavacoches que establecen cuotas para permitir que los ciudadanos se estacionen, denunció Alberto Narváez Arochi, ex presidente de la asociación Nuestro Centro.
El empresario lamentó que las autoridades han dejado un vacío de poder en las calles del Centro Histórico, lo que ha derivado en que se formen grupos de lavacoches que son los que controlan las calles, tanto para decidir quién puede o no trabajar en las vialidades, como para establecer cuotas de cobro por “cuidar” los autos de los ciudadanos.
Indicó que estos grupos se convierten en “mafias” que tienen cotos de poder y que en ocasiones generan situaciones inconvenientes para la ciudadanía, como ejemplo mencionó un altercado que tuvo él al intervenir cuando un lavacoches le pedía a dos mujeres de la tercera edad que se movieran de un lugar donde se habían estacionado.
Agregó que en las zonas donde operan estos grupos, que en ocasiones controlan cuadras completas, poco a poco cierran los comercios por situaciones como la mencionada; mencionó que también hay quienes imponen cuotas a las personas, sobre todo en las noches, donde le piden al ciudadano pagar mínimo 50 pesos a cambio de que le “cuiden”, a lo que cuestionó “¿cuidar de quién? ¿de ellos mismos? Porque son los que están ahí”.
Dijo conocer a personas que se dedican a lavar coches en el Centro, que le han informado sobre la existencia de estos grupos que controlan las calles, a lo que señaló que en este caso, “la autoridad claudicó a su obligación de poner orden en la vía pública”, ya que nadie debe apropiarse de las calles, puesto que la vía pública le pertenece a toda la ciudadanía y en todo caso, son las autoridades las que deben tomar las vialidades para poner orden en ellas.
Narváez Arochi señaló que ha faltado voluntad para poner en las vialidades y entre quienes se dedican a lavar coches, pues cuando los comerciantes lo han pedido, las autoridades argumentan que todas las personas tienen derecho a ganarse a la vida, sin embargo cuestionó si entonces ese mismo argumento lo podrá usar alguien que delinque, “¿un delincuente que asalta va a argumentar que necesita hacerlo para llevar el pan a su casa?, tiene que haber orden y es una obligación de la autoridad, darme seguridad”.