Celebran pepenadores de “Milpillas” a la Morenita

La Virgen de Guadalupe, madre de los pepenadores, afirmaron, las personas, que encontraron en los desechos una fuente de ingreso

Patricia Azuara | Fotos: Norma Rivera

  · miércoles 12 de diciembre de 2018

Su fe es grande; tanto o más, que los enormes tumultos de basura entre los que diariamente laboran. La Virgen de Guadalupe, madre de los pepenadores, afirmaron, las personas, que encontraron en los desechos una fuente de ingreso.

En el marco de los festejos católicos, los pepenadores del relleno sanitario “Milpillas”, prepararon un festín para celebrar el día de la Morenita del Tepeyac, la madre de los mexicanos. Entre los fétidos olores que caracterizan a la basura, los fieles creyentes la veneraron y agradecieron por lo “poco, que tenemos, que para nosotros es mucho”, aseguró Rufina Pérez Vázquez.


En el predio ubicado en Peñasco, comunidad de la capital potosina, los pepenadores edificaron una pequeña capilla en honor a la Virgen de Guadalupe, pues aseguraron, ella los cuida de los peligros que corren día a día, en esta complicada labor.

Con una misa, cuetes, mariachi y una enorme cazuela de carnitas, fue como homenajearon a quien dicen, es su patrona. En el relleno sanitario “Milpillas”, laboran mil 800 pepenadores, todos fervientes católicos, que pese a la circunstancias de su vida, nunca pierden la fe.

Al canto de “La Guadalupana”, padres e hijos y hasta sus mascotas se dieron cita en su capilla en punto de las 12 de día; algunos pararon labores, otros más continuaron separando la basura y “sacando lo que sirve”, para posteriormente venderlo.

Miradas sinceras, la humildad a flor de piel, la devoción y la esperanza, son solo algunas de las cualidades que se pueden observar, entre ese grupo de personas que suelen estar en el olvidado; con pasión aplaudieron y elevaron sus plegarias a la Emperatriz de las Américas.

La pepenadora, Rufina Pérez Vázquez, fue una de las encargadas de la preparación de la fiesta y relató a El Sol de San Luis, que laborar en ese humilde y para muchos, penoso oficio, le deja las más grandes satisfacciones: trabajar dignamente, es una de ellas.

Desde hace más de dos décadas, Pérez Vázquez, acude a diario al tiradero, su esposo quien hasta el día de su muerte, laboraba en el lugar, fue quien compró la Virgen de Guadalupe, que hoy está dentro de un nicho de cristal, en la capilla que construyeron son sus manos.