Literalmente en desuso tras la masificación de la telefonía celular, las casetas telefónicas son ahora un estorbo en las vialidades, un recordatorio del pasado de las telecomunicaciones; algunas no funcionan, están tan sucias que no invitan a acercarse a ellas o, de plano, son obstruidas por comerciantes informales.
Esporádicamente, de acuerdo a un comerciante del Centro Histórico, se recurre a ellas cuando hay problemas con la telefonía móvil. “A veces colapsan las líneas del celular, y es cuando recordamos los teléfonos públicos”, dice.
Hace unos años, un grupo de comerciantes solicitó formalmente a la empresa Teléfonos de México el retiro de las casetas telefónicas, porque descubrieron que algunas eran utilizadas como “escalera” para subirse y alcanzar la azotea de algunos inmuebles, y meterse a robar. La demanda no tuvo respuesta. Luego, se instalaron varias nuevas, de otras compañías telefónicas.
Actualmente, hay la intención de convertir las cabinas telefónicas en puntos de acceso Wi-Fi gratuitos, como ya se da en otros países, pero el proyecto aquí no ha prosperado.
De acuerdo con los reglamentos de conservación del Centro Histórico, no todas las calles están autorizadas para las cabinas telefónicas, solamente las peatonales y aquellas de vialidades controladas o libres, siempre y cuando atiendan algunas disposiciones; en plazas, jardines, camellones o glorietas, están prohibidas, en teoría.
Sin embargo, algunas no sirven por falta de mantenimiento o por vandalismo, y las que sí, de acuerdo a los usuarios, están tan sucias que da repulsión utilizarlas, aunque por lo menos sirven para la colocación de propaganda y publicidad, aunque ello esté prohibido.