En vísperas de Navidad, decenas de posibles compradores recorren comercios del Centro Histórico en busca de los obsequios para familiares, amigos o para los compañeros de trabajo en los muchas veces odiados intercambios de regalos.
Es un ir y venir de personas, de niños apresurando el paso tomados de la mano de sus madres, de hombres y mujeres escudriñando los aparadores de aquellas tiendas donde es posible hallar lo que buscan.
Pero también gente con paquetes en mano, algunos forrados otros con su contenido al descubierto, muchos de ellos juguetes que, en unos días más, darán emoción a los pequeños de la casa.
Es interminable ese ir y venir de caras alegres, otras con gesto de fastidio, principalmente por la calle Miguel Hidalgo, en la explanada Ponciano Arriaga, en los alrededores de los mercados... pero también parece no tener fin las filas de personas en cada esquina intentando conseguir un taxi.
El tráfico, a pesar de los intentos de los oficiales de la Policía Vial, ha sido intenso en las principales calles y, como siempre, no pueden meter en cintura a los choferes del transporte urbano colectivo que, en Reforma, en Eje vial y en el lado sur de la alameda "Juan Sarabia", hacen lo que les viene en gana y paran el tráfico al pararse en doble y hasta triple fila, exponiendo los usuarios que los abordan. Un caos a ciertas horas.
La Guardia Municipal es cuestión aparte. Hay presencia y ello ahuyenta a posibles delincuentes.
Y los comerciantes ansiosos por captar el mayor número posible de clientes, por ganarse su aguinaldo, su fondo de ahorro con supuestas ofertas de temporada. Pero igual el comercio informal, el callejero, que -aún con el supuesto ordenamiento- sigue estorbando el paso con sus estructuras.