A sus 19 años de edad, Jorge Luis Sotelo Rivera, tuvo que abandonar la escuela, dejó el deporte que más amaba, el futbol y basquetbol, porque no veía bien, pues desde los 15 años de edad comenzó con problemas de la vista, veía borroso y muy blanco. Ayer fue trasplantado en el Hospital General de Zona No. 50 del Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, en San Luis Potosí y le devolvieron el alma al cuerpo.
El narra que cuando le dijeron que podía perder la vista sentía que todas sus metas se iban a derrumbar “fue lo primero que sentí y me dio mucho miedo y tristeza. De repente veía como una nube en el ojo derecho, de inmediato fuimos al doctor y nos dijo que lo que me pasaba requería de inmediata intervención”.
Afortunadamente, cuatro años después de su problema, este muchacho fue trasplantado de córneas exitosamente y hoy es uno de los casos de éxito de este organismo sanitario “me siento afortunado de haber recibido las córneas de otra persona”.
A partir de ahora, continúa en tratamiento y su pronóstico es favorable, y su médico tratante es Reyna Ivonne Tello Medina, quien explicó que el queratocono es una mutación ocular genética, que provoca la deformación de la córnea, la cual pierde su forma normal similar a un domo y se comienza a convertir en un cono lo que genera astigmatismo y miopía muy alto. No causa una ceguera completa, pero sí una visión muy reducida que dificulta y llega a imposibilitar las actividades diarias de la o el paciente.
Jorge Luis llegó con un diagnóstico de queratocono en ambos ojos ya en etapas avanzadas. Su visión era extremadamente baja. Se ayudó con trasplante de córnea iniciando en el ojo más afectado y después el segundo trasplante.
Después de dos años de espera y gracias a la donación, una oportunidad llegó para él, y ahora que lo operaron se siente muy bien y agradecido con todos aquellos que forman parte del sistema sanitario que le devolvió la vista.
Expresó su agradecimiento a las familias que contribuyeron a que pudiera recuperar la vista “cuando me diagnosticaron no perdí la fe. La vida sigue y en mi caso pude recuperarme. Agradezco a las familias de las dos personas que me donaron sus córneas, sé lo que se siente perder a alguien valioso y esto que hicieron por mí y no hay cómo pagarlo. Al donar ayudamos a otras personas. Gracias a eso, aquí estoy felizmente con mis dos córneas”.
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