Jorge Alonso Borjas tiene casi cuatro décadas aseando el calzado de potosinos, turistas y algunos personajes de la vida pública y política de la ciudad…
Para él, este oficio es un don que Dios le regaló, y con el que puede obtener los recursos económicos que necesita para vivir.
Sentado en un pequeño banco acojinado, con sus manos llenas de esa “grasa” especial para lustrar los zapatos, Don Jorge relató que desde que tiene uso de razón, acude seis días a la semana a la Plaza de Armas de San Luis Potosí, en donde espera “que llegue la clientela”.
Un cepillo, un pequeño pedazo de franela y las ganas de salir adelante, han sido sus aliados durante los últimos 36 años.
Sin quejarse, platicó que trabaja 12 horas al día y que a pesar de que el negocio cada vez es más complicado, está orgulloso de ganarse la vida honradamente.
Don Jorge, tiene discapacidad motriz y creció en la orfandad… A pesar de que su anhelo era estudiar y ser un profesionista, la carencia de dinero lo obligó a trabajar desde temprana edad.
Hoy, a casi 40 años de ser aseador de calzado, recuerda cómo por su asiento han pasado diputados, presidentes municipales y cientos de niños que ahora ya son unos adultos.
Hay clientes que “se adelantaron en el camino”, dijo, y otros más que ahora llevan a sus hijos.
Yo tengo un don que Dios me dio, ser aseador de calzado, ganarme la vida honradamente, y gracias a Dios aquí estoy, tengo discapacidad en un brazo y una pierna, pero a pesar de eso, no me quedé parado y seguí adelante
Recordó que cuando comenzó esta labor, un par de zapatos se boleaba por 2 pesos, pero con el pasar del tiempo, por los incrementos que ha sufrido la materia prima y la renta que les cobran al ocupar los muebles en ese lugar, en la actualidad el precio ronda entre los 15 y 25 pesos.
En la Plaza de Armas hay 20 personas que se dedican a bolear calzado, algunos tienen 10 años desempeñando este trabajo; otros más, como Don Jorge, han pasado la mayor parte de su vida realizando este noble oficio.