El mundo con su ritmo, nos puede ir quitando oportunidades, gozos, hasta experiencias espirituales, pero el Papa Francisco nos dice que no permitamos que nada ni nadie nos quite esa alegría de vivir el Evangelio de Cristo vivo, está vivo porque habita entre nosotros resucitado, por eso debemos vivir la alegría del Evangelio, no de una forma monótona sino entusiasta, alegre, llenos de vida y de energía.
Así lo señaló el Arzobispo de San Luis Potosí, Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe, con motivo del Tiempo Litúrgico del Adviento que comienza este Domingo 27 de Noviembre, y que ya desde este el Sábado 26 de Noviembre inician las Vísperas de la celebración de este tiempo que nos prepara a la magna celebración del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
Indicó el jerarca católico: “He venido como hermano, más que como Pastor, a que nos conozcamos, también vine a trabajar a esta hermosa Arquidiócesis para ser servidor de ustedes, para comprometerme con Cristo y recomenzar y continuar caminos e incluso para iniciar nuevos proyectos de vida que nos hagan ser mejores seres humanos, mejores cristianos y mejores ciudadanos y así hemos de esforzarnos por serlo, sobre todo en este inicio del Tiempo Litúrgico del Adviento, el cual nos prepara para recibir con un espíritu puro, limpio, gozoso y transparente a Nuestro Señor Jesucristo”.
“Es preciso que todos nos esforcemos por crecer en la caridad cristiana, practicando las obras de misericordia tanto espirituales como corporales, el comprometernos verdaderamente con Cristo para servir a los demás y para acercarnos más a Él a través de la oración, la reflexión y la meditación, tanto personal como de forma comunitaria”.
“El Adviento no nos puede dar lo mismo, pues es un bellísimo Tiempo Litúrgico que nos prepara para crecer como cristianos, dejando nuestra vida de pecado, de fallas, de debilidades, de tristezas. Ya no es tiempo de vivir con amarguras, resentimientos, pleitos, corajes, divisiones, rencores, envidias y adversidades, sino de entregarnos plenamente a Cristo bendito y servirle de todo corazón y de forma incondicional, siendo Dios-Niño el centro de nuestro corazón, el principio y el fin de todo lo que realicemos”.
“A eso nos exhorta el Adviento, y eso nos pide Dios, que crezcamos en la fe, que la enriquezcamos, que nos gocemos de vivir el Evangelio y lo compartamos con firme testimonio de vida apegada a Cristo, porque quien está cerca del Señor no puede estar triste, ni amargado, ni cabizbajo, sino alegre, entusiasta, gozoso, con un espíritu de amor incondicional para darse, servir y entregarse a los demás con un corazón transparente”.
“Recordemos que el Adviento es una etapa de preparación jubilosa, todo en la Iglesia lo veremos adornado de color morado, pero no como símbolo de penitencia como en la Cuaresma, sino como símbolo de espera, de vigilia, de esperar el Nacimiento jubiloso del Redentor, del Rey de Reyes, de nuestro Justo Juez”.
El líder espiritual exhortó a que cada día del Tiempo de Adviento, desde el primer día del inicio de este Tiempo Litúrgico, se realice una obra de caridad, una obra de amor, que llene de esperanza a nuestro prójimo y mejore el entorno que habitamos con una conducta digna de ser cristianos, porque “Todos debemos dejar una huella de amor de nuestros existir”.